La entrevista con Alaa al Aswany, Escritor egipcio

Alaa al Aswany: "La escritura es un acto contra el miedo"

Tras vender un millón de ejemplares de El edificio Yacobián, ha aparecido la traducción catalana de su novela Chicago, actual superventas en todo el mundo árabe.

NÚRIA NAVARRO

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--¿Hosni Mubarak le lee?

--No sé yo si está interesado en la literatura.

--Usted dice en voz alta que su régimen es una dictadura.

--¡Es mi deber! Llevo 20 años escribiendo artículos de prensa en favor de la democracia y lucho por ella desde un grupo de intelectuales llamado Kefaya (Basta).

--Tiene libertad de opinar y de asociarse, al menos.

--En un país democrático, la libertad de expresión es un motor de cambio. En Egipto, usted escribe lo que quiere, y el Gobierno hace lo que le da la gana. Aun así, hay gente que ha sido arrestada, torturada y encarcelada. Yo he tenido suerte. Solo he tenido pequeños problemas.

--¿Qué tipo de problemas?

--No fui invitado al estreno de la películaEl edificio Yacobián,al que fueron algunos jerarcas. Fue uno de los días más emocionantes de mi vida, porque sentí que tenía alguna influencia. Yo, que solo cuento con un ordenador, vi cómo un Gobierno entero se veía forzado a ir a vermis ideaspese a no tolerar mi existencia. Me sentí protegido por mis lectores.

--Es más famoso que Sinuhé.

--Pues cuando escribo no busco el éxito. Lo hago desde el corazón. Cuando tenía 18 años, mi padre, que también era escritor, me dio un consejo que no olvido: "La literatura es como la hermosa princesa que vive en un castillo: hay que darle continuas pruebas de amor, y verás como al final abrirá la puerta del castillo".

--Su "princesa" le ha abierto la puerta escandalosamente rápido.

--Este mes celebro el millón de ejemplares vendidos deEl edificio Yacobiánen 23 lenguas y en 100 países. Estoy orgulloso porque decidí publicarla en un sello independiente egipcio y, desde el primer día, funcionó a tra- vés del boca a oreja. Sin embargo, escribir una novela en Egipto es como tocar el piano en Austria. Siempre hubo tradición literaria.

--Una tradición que no siempre abrió ventanas para ventilar.

--¿Conoce la fábula del rey desnudo? Aquella en la que el rey se pasea desnudo, pero nadie, por temor, se atreve a decírselo, hasta que un niño lo hace. Pues la literatura es ese niño.

--En el mundo árabe no siempre gusta oír que el rey está desnudo...

--Eso no es del todo cierto. Desgraciadamente, nuestros mejores textos no han sido traducidos. Hace 10 siglos ya se escribió poesía árabe sobre la homosexualidad, por ejemplo.

--Quizá entonces no había islamistas radicales dispuestos a todo.

--Chicagotiene todos los elementos que pueden molestar al fanático. La historia de amor entre una musulmana y un judío, por ejemplo. Y en verdad me han atacado, pero no son la mayoría. En Egipto hay dos luchas. Una, por la democracia, y la otra defiende la civilización egipcia contra el arabismo.

--El velo aumenta en las calles de El Cairo.

--Antes de publicarChicagohice un sondeo de opinión entre 20 mujeres, la mayoría con velo, y 20 hombres. Les pregunté: "¿Pensáis que las escenas de amor físico son demasiado fuertes?". Las mujeres respondieron: "No toques ni una coma, porque los detalles son importantes para explicar cómo sufren muchas mujeres". Un 25% de los hombres dijeron: "Deja el texto, pero yo no quiero que mi mujer lo lea". ¿Entiende?

--Sí. Tengo entendido que hubo algún problema más.

--Antes de salir en formato libro, fui publicando la novela por entregas. Desde el comienzo, un universitario me fue alertando por correo electrónico de que la protagonista no debía tener relaciones sexuales. Me bombardeó con insultos.

--¿Miedo?

--Cuando escribo no tengo miedo, y cuando tengo miedo no escribo. La escritura es un acto contra el miedo.

--Visto Bombay, ¿veremos crecer el fanatismo?

--El fanatismo está ligado a la dictadura. En medicina, hablamos de bacterias anaeróbicas, que son las que viven cuando hay ausencia de oxígeno. El fanatismo es una bacteria anaeróbica. Y el oxígeno es la democracia. Pero, ojo, lo de Bush en Irak no ha sido llevar la democracia, sino matar a un millón de personas.

--Contra eso poco puede hacer la literatura.

--Hay mucho en común entre la experiencia de escribir una novela y una historia de amor. No las puedes forzar. Mi reto es producir vida.

--La suya no ha transcurrido en el callejón de los Milagros.

--No. Pero mi padre se dio cuenta de que Egipto no era el Lycée Français ni el Club Gezira ni el elegante Garden City. Desde mi infancia me llevó a los barrios populares a jugar con los niños. Pensó que sería útil para mí. Luego trabajé cinco años como dentista en una fábrica de cemento de 4.000 obreros. Me pagaban terriblemente mal, pero supe qué era la hipocresía y la corrupción.