Editorial

20-D: la hora de la verdad

Los vientos del cambio no parecen de tal magnitud ahora como para arrasar con todo lo establecido

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Hoy es el día grande de la democracia. La participación ciudadana no se reduce a una sola jornada, pero no hay duda que el voto constituye la máxima expresión de nuestra voluntad como sociedad. Acudimos hoy a las urnas en los comicios generales más inciertos de los últimos lustros. Los sondeos indican tendencias que no sabemos en qué intensidad se confirmarán esta noche. El elevado índice de indecisos que había al inicio de la campaña -el 41%, según el CIS- lo deja todo muy abierto. En medio de tanta duda, dos cosas se dibujan como más probables aunque no aclaren el panorama: estamos ante el fin de las mayorías absolutas por una buena temporada y también del bipartidismo imperfecto que nos ha marcado desde el inicio de la Transición.

Dos partidos que se presentan en el conjunto del Estado aspiran a dejar la suma de PP y PSOE por debajo del 50% de los votos y a intervenir decisivamente en la formación de mayorías (y a gobernar). Y esta vez la necesidad de buscar muletas no tendrá como eje a los nacionalistas catalanes. Asistimos a una renovación política marcada por un relevo generacional en que los menores de 40 años, que ya no conocieron a Franco, empiezan a tener un papel determinante.

Los vientos de cambio no parecen hoy de tal magnitud como para arrasar con todo lo establecido. Todo será distinto a partir de esta noche, pero el PP, partido de gobierno durante estos duros cuatro años, es el que tiene más números para llegar primero a la meta. ¿Valdrá eso para que Rajoy esté cuatro años más en la Moncloa? Difícil de predecir. Los populares aspiran a agrupar el voto temeroso de cambio, que en tiempos de turbulencia prefiere no hacer mudanza. Aun así, pueden perder muchas plumas y quedar en el mejor de los casos a merced del partido de Albert Rivera. El viernes, en el coloquio de Primera Plan@, el líder de Ciudadanos enseñó algo más sus cartas: no a un pacto de «perdedores», en alusión a alianzas contra el PP, y sí a un 'laissez faire' abstencionista para que la derecha trate de gobernar en minoría. Además, Rivera también ha dejado claro que no habrá acuerdo con Podemos por su apoyo al referéndum que Pablo Iglesias se ha comprometido a respaldar en Catalunya. El acento puesto en la regeneración que necesita España no oculta que las tesis económicas y territoriales de PP y C's no andan tan alejadas cara a facilitar el entendimiento. Sánchez, por su parte, brega para mantener al PSOE como alternativa de izquierdas y apela al voto útil para echar al PP, relegando a Podemos. El líder socialista se juega hoy más que nadie su futuro.

Hemos puesto fin a una campaña tan incierta como crispada. Al margen de la execrable agresión al presidente, que alteró los últimos días, la química entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez es peor o igual de mala que la que tuvieron Felipe González y José María Aznar en su día. El «usted no es decente» que el líder socialista espetó al presidente en el cara a cara televisivo, a cuenta de la corrupción, y la réplica de Rajoy dificultarán el diálogo, aunque la opción de una gran alianza PP-PSOE no la contempla nadie hoy por hoy .

En cuanto a Catalunya, ya dijimos que estas son unas elecciones muy especiales. Mientras la mayoría independentista del Parlament sigue incapaz de elegir un 'president' más de 80 días después del 27-S, el nuevo mapa español puede influir en el rumbo del 'procés'. Cinco fuerzas están prácticamente empatadas, con una ligera ventaja demoscópica para la marca catalana de Podemos. Los independentistas (DLL y ERC), que concurren por separado y sin la CUP, pasan una nueva reválida a la hora de contar votos y mayorías.

La apuesta del todo o nada quedará tocada si quienes están en contra suman más votos y escaños, y Artur Mas saldrá más erosionado como candidato indiscutible si Esquerra supera a Convergència (hoy, DLL). Sin duda hay bastantes más posibilidades de encontrar una salida a la cuestión catalana si las mayorías en el Congreso giran en torno al bloque de izquierdas -PSOE, Podemos e IU-, que propone replantear el encaje de Catalunya en España. En cualquier caso, después de esta noche, la hora del diálogo habrá llegado.