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El náufrago que hay en ti

'La tortuga roja', el primer largometraje del genio de la animación Michael Dudok de Wit, es una bella reflexión sobre el ciclo de la vida y la relación entre el hombre y la naturaleza

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Nando Salvà

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Uno no debería saber mucho de antemano acerca de esta fascinante fantasía mítica, tan atenta a los grandes enigmas de nuestra existencia como al modo en que un cangrejo se escurre adentro de la arena. Aun así, allá vamos. El holandés Michael Dudok de Wit nos arroja de buenas a primeras en el centro de un mar tempestuoso. Un marinero se aferra a un pedazo de su barco, que lo acaba llevando a la orilla de una isla desierta. Vemos al náufrago explorar hechizantes bosques, lagunas paradisíacas y amenazantes cuevas, y aprender a obtener agua, pescado y fruta para sobrevivir.

Aunando el tipo de dibujo de línea clara propia de artistas europeos como Hergé con las técnicas de animación de Ghibli -los estudios nipones coproducen la película-, Dudok enfatiza la ominosa inmensidad del mar y el cielo y lo diminuto que el Robinsón es a su lado. La atmósfera de aislamiento también es acentuada por el silencio: en '<strong>La tortuga roja</strong>' no hay más diálogo que ocasionales gritos inarticulados de frustración y rabia, ni más sonidos que los de la tormenta, y el crujir de las hojas, y el zumbido de las cigarras. En varias ocasiones el héroe trata de escapar con una balsa hecha de bambú, pero una misteriosa fuerza sabotea una y otra vez la embarcación. Finalmente descubre a su agresor: la tortuga del título. Explicar mucho de ella, además de que es roja y muy grande, sería estropear las sorpresas que Dudok desvela pacientemente y que llevan la película en una nueva dirección.

Digamos solo que la conexión del animal con las necesidades esenciales de la vida se convierte en motor narrativo una vez el relato se adentra más y más en terrenos alegóricos, fantásticos y misteriosos. Incluso entonces, en todo momento hay algo absorbente sucediendo en la isla, ya sean momentos de alta tensión -una huida subterránea, una violenta marea— o contemplativas escenas que se acompasan a ritmos y procesos naturales como las cortinas de lluvia que se cuelan por los bosques de caña o el espectáculo de una playa bañada por la luz de la luna.

SIN PALABRAS

SIN PALABRASPuede que 'La tortuga roja' no articule palabra, pero aun así las grandes cuestiones que plantea sobre la belleza de la convivencia y el poder de la naturaleza se dejan oír con fuerza en cada plano. Dudok rechaza imponer un significado literal y en cambio nos invita a que encontremos el nuestro propio.

Quienes prefieran no hacerlo pueden recrearse en los incontables placeres sensoriales: 'La tortuga roja' es una de las películas más visualmente arrebatadoras que veremos en mucho tiempo. Casi nos hace anhelar la posibilidad de un naufragio.

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