20 años sin la voz popular

Ovidi Montllor, fallecido el 10 de marzo de 1995, es reivindicado hoy como símbolo de inquietud artística y compromiso sociopolítico

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JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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La imagen del cantautor comprometido de contornos anacrónicos, incompatible con la modernidad, queda pulverizada cuando comprobamos cómo se recuerda, y reivindica, a Ovidi Montllor en la actualidad, a los 20 años de su muerte, por parte de un público joven al que, en teoría, sus míticos discos de los 70 debería pillar muy lejos. No es así, y la figura del cantante, compositor y actor de Alcoi, fallecido el 10 de marzo de 1995 de un cáncer de esófago, adquiere un perfil de icono cultural con claras connotaciones políticas.

Llama la atención el contraste entre la discreción de su fundido vital, dos décadas atrás, desterrado de la industria discográfica y, casi, del gran público, y la recuperación de la que es objeto por una audiencia renovada, movilizada, que ve en él a un referente de actitud. ¿Qué ha ocurrido? Un punto de inflexión lo puso el recital del Palau de la Música en el 2006, grabado en disco y DVD, en el que una amplia selección de artistas (desde Toti Soler, brazo derecho del cantautor, hasta músicos de generaciones emergentes como los valencianos Feliu Ventura y Obrint Pas) le rindieron un homenaje posmórtem ante una multitud en la que no había apenas presencias maduras sino público veinteañero y treintañero.

Ha pasado casi otra década, y los efectos de aquella noche (organizada por Ventura y el hoy diputado de la CUP David Fernàndez) están a la vista. La evocación del autor de canciones como 'Homenatge a Teresa', 'Perquè vull' y 'M'aclame a tu' salpica este año toda clase de programaciones musicales, con Barnasants en primer plano. «A partir de los 80 se quiso marginar la canción de autor y se produjo una ruptura generacional. Pero nosotros teníamos los discos de Ovidi de nuestros padres en casa, y hemos tomado el relevo», explica Ventura, que cree que, ahora, «la crisis favorece los espectáculos de pequeño formato y de canción de autor, y la llamada desde abajo es la única alternativa». Para Ventura, Montllor era «acción, dicción y canción»: militancia (léase, transformación social y Países Catalanes), verbo poderoso y talento para la composición agitadora y perdurable. «Desde aquel concierto del Palau se ha visto que hay un mundo alternativo que valora su actitud de compromiso».

Admiración transversal

Montllor es un referente de los cantautores con tendencia política más explícita, como Cesk Freixas, Jordi Montañez o Pau Alabajos, que es secretario de la asociación de voces en valenciano, bautizada, no por casualidad, como Col·lectiu Ovidi Montllor. «Se llama así como reconocimiento tras la marginación que sufrió», destaca Alabajos, cantautor de Torrent, que ve «transgresión por todas partes» en los discos de Ovidi. Pero la solidez de su obra inspira a la vez el respeto y admiración de creadores situados en otras corrientes de la Cançó- Roger Mas, más bien distanciado de la estética de la protesta, estima que «Ovidi no se cortaba en su reivindicación obrera, pero estaba lejos del estereotipo del panfleto. Sus canciones podía ser muy tiernas y, a la vez, tener muy mala uva», razona.

Otro cantautor no significativamente politizado, Carles Sanjosé, Sanjosex, elogia al Ovidi más sarcástico y desenfadado. «No confío tanto como él en la canción como vehículo político, pero me gusta cuando usa un tono irónico, en piezas como 'Sí senyor' o 'La fera ferotge'», explica.

Artista total

Para sus contemporáneos del gremio, Montllor es aún, en ciertos casos, el amigo cuyas virtudes no se cansan de prodigar. Maria del Mar Bonet, que compartió con él recitales como el del Palau (1971) y L'Olympia de París (1975), destaca la fuerza de sus letras: «Directas, populares, muy de izquierdas y con un punto libertario, que siempre serán actuales». Y Quico Pi de la Serra, arreglista de sus primeros discos, le recuerda como «un tipo provinciano en el mejor sentido de la palabra, que cuando llegó a Barcelona no se fiaba de la gente a la primera, y hacía bien», y como «un artesano de la canción y un artista total, con un dominio enorme de la escena».

Todos coinciden en atribuir una parte de los méritos a su indispensable guitarrista Toti Soler. «Su tándem era impresionante. A Toti también habría que hacerle un homenaje por todo lo que hizo. Se lo merece», subraya Maria del Mar Bonet. El pianista rosellonés Pascal Comelade destaca que «lo suyo no era una colaboración: era alquimia pura».

Al hablar de Ovidi Montllor siempre retorna aquella parte oscura del relato, los años de olvido y desmotivación, tras su disco final, '4.02.42' (1980), cuando la Cançó en su conjunto dejó de estar en gracia. Maria del Mar Bonet le recuerda «deprimido, sin ganas de luchar». Pi de la Serra dispara. «Tener cierta postura política tiene un precio. El sistema te intentará cortar las alas si vas a la contra». Pasados los años, todo vuelve a recolocarse y son los hijos de los 80, nacidos de esa década en adelante, los que ahora gritan su nombre.