CRÓNICA

Tristeza hibernal en julio

El músico Ólafur Arnalds conmovió en la Barts

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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Paradójico que, siendo un músico adepto del silencio y la lentitud, con pasión por dejar espacios entre una nota y la siguiente, Ólafur Arnalds llegara la noche del lunes a la sala Barts con prisa, debido a que las once de la noche despegaba su avión. «Hoy no hablaré demasiado; solo tocaré música», dijo. Su última actuación en Barcelona, en el marco del Grec, empezó con horario casi europeo; y finalizó un poco antes de lo que algunos habrían querido, pero intensa fue, eso seguro.

Arnalds empezó su lección de melancolía -a caballo entre clásica contemporánea, electrónica y pop- grabando al público, que entonó una sola nota con la que él construyó el fondo etéreo del primer tema, Þú Ert Jörðin, del disco del 2010 …and they have escaped the weight of darkness. Acompañó al pianista un cuarteto de cuerda, otro teclista y, ya hacia el final, el cantante Arnór Dan.

Se impuso el repertorio del reciente For now I am winter (2013), hibernal ya desde el título. «Antes en una entrevista me han preguntado si no se me hacía extraño tocar un disco así en Barcelona, en pleno verano. Y sí. Pero está bien. A veces tienes que escapar del sol», comentó durane el concierto. La melancolía neoclásica adquirió pulso electrónico en Hands, be still y la oscura, sublime Only the winds. Pero todavía más tenebrosa -e inquietante, porque Ólafur Arnalds puede serlo- resultó Gleyppa okkur, extracto del 2010 con beats casi hip hop.

GRAN OVACIÓN / La violinista Björk Oskarsdottir se llevó una de las mayores ovaciones de la noche con 3326, un solo similar al Sur le fil de Yann Tiersen. Y el cantante Arnór Dan también recibió amor por su interpretación de varios temas, entre ellos el casi house Old skin; ni asomo de su canción conjunta para Broadchurch, una pena.

Otra lástima: que la concentración de parte del público en Near light se viera rota por el haz de luz procedente de un móvil desde la parte de arriba.