FESTIVAL BARNASANTS

Un mundo a partir de una guitarra

Toti Soler, Gemma Humet y Joan Massotkleiner emocionaron en Terrassa

Desde la izquierda, Joan Massotkleiner, Gemma Humet y Toti Soler.

Desde la izquierda, Joan Massotkleiner, Gemma Humet y Toti Soler.

JORDI BIANCIOTTO / TERRASSA

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La apertura del 20º Barnasants, el sábado en el Auditori Municipal de Terrassa, fue un ejemplo de cómo con muy pocos recursos instrumentales, tan solo una guitarra y tres voces, es posible construir todo un mundo de evocaciones y desafíos. Con suavidad y esa calma interior que tanto cultiva, más aún en su obra madura, Toti Soler, y sin dimitir del nervio y del verbo alzado. Fue un delicioso recorrido por pliegues expresivos de Ovidi Montllor, por sus canciones cautivadoras, sus ideales y sus complicades poéticas, asentado en una guitarra que es una enciclopedia y realzado, si cabe, con dos cómplices de registros muy complementarios: dulcemente riguroso, el de Gemma Humet, y áspero, y con mucho poso, el de Joan Massotkleiner.

Noche de estreno para Barnasants y, como es costumbre, palabras fogosas de su director, Pere Camps, que subrayó el papel de la cultura como «alimento del alma, del pensamiento crítico y la transformación social» ante un auditorio que incluía al conseller Ferran Mascarell y a representantes políticos y sindicales como Joan Herrera (ICV), David Fernàndez (CUP) y Joan Carles Gallego (CCOO). Palabras que sintonizaron con el espíritu tan lírico como batallador de L'Ovidi, poema sense acabar, el recital que el trío abrió con esta pieza basada en un texto de Salvat-Papasseit.

Voz cristalina, refrescante, la de Humet, pero no candorosa, con quiebros maduros muy mediterráneos e inteligencia para casar cada sílaba con los a veces tortuosos trayectos melódicos de las canciones y de las evoluciones de Soler en los trastes de su guitarra. Precisas incursiones en La fera ferotge, Perquè vull Homenatge a Teresa, y un M'aclame a tu, con su voz y la de Soler sumándose al final, cuyas estrofas fueron una fiesta. Esplendor que casó con la voluptuosidad de Els amants, poema de Estellés declamado con toda la pasión y autoridad por Massotkleiner, haciendo pensar en el propio Ovidi.

Guitarra generosa

Canciones y poemas se alternaron en secuencias llenas de vida, del sarcasmo de Va com va a las citas vehementes a Sagarra, Blai Bonet, Martí i Pol y Pere Quart, junto a una guitarra que no necesitaba enfatizar su virtuosismo para seducir; generosa y sensible a cada cambio de ánimo, y que afrontó sola otro homenaje, quizá aún más personal, en la melancólica Léo Ferré. Cerrando, Tot explota pel cap o per la pota, y vítores en el auditorio. «Bé, Ovidi, bé!». Sí, él también estaba allí.