FESTIVAL DE CAP ROIG
Santana, luz y furia
El guitarrista exhibe carisma en un recital que funde tensión y espiritualidad
Desde la atalaya de sus cerca de 50 años de carrera, Carlos Santana contempla el conjunto de su obra y desplaza la mirada hacia sus inicios, hacia la música que canalizó su motivación artística primigenia. Los reflejos de aquel Santana afrolatino, un poco psicodélico, de digitaciones desatadas, que se reveló públicamente en Woodstock en 1969, han podido degustarse este sábado en su fogosa actuación en Cap Roig.
Ha sido un Santana un poco alejado del inquilino del hit parade que nos visitó en las últimas ocasiones, a comienzos de la pasada década, en torno al popular Supernatural. SupernaturalSe ha mostrado interesado en bucear en su pasado instrumental más asilvestrado, el de sus primeros tres álbumes (entre 1969 y 1971), que hablan un idioma parecido al reciente Santana IV, aunque, al mismo tiempo, no ha pasado pasó por alto los éxitos más notorios de su última vida comercial.
RUMBO A 1969
Ha entrado en escena a lomos del clásico Soul survivor, de su primer álbum, envolviendo una serie de improvisaciones intempestivas. Pese a su condición de líder y solista, Santana se ha situado ahí en un segundo plano, dejando el contacto más directo con el público a sus dos vocalistas y animadores, Andy Vargas y Ray Greene, y centrándose en sus limpios punteos de guitarra, con tendencia a los trastes más altos y agudos, y que han incluido una cita al Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo. Banda expansiva, ocho músicos, con triple set de percusiones protagonizado por la batería de Cindy Blackman, esposa de Santana.
De ahí a ese nuevo trabajo, Santana IV, que presenta la misma formación de músicos que le arropó en los primeros años 70. Neal Schon y compañía no han estado en Cap Roig, pero la banda, con el punto de anclaje del bajista y director artístico Benny Rietveld (que fue miembro de la banda de Miles Davis en su gira de 1988) ha desarrollado bajo el mismo espíritu las piezas Love makes the world go 'round y Freedom in your mind. El ritmo se ha rebajado, con vistas a un lánguido reggae, en su versión de Gypsy woman, de Curtis Mayfield, con un guiño a No woman no cry, de Bob Marley.
El guitarrista mexicano-estadounidense ha tomado ahí la palabra para preguntar al público si tenía «ganas, energía, furia». El concierto tenía como finalidad «combatir lo que está pasando en el mundo, tanto miedo», ha señalado. «Y para recordarte con cariño -ha añadido recurriendo al tuteo- que tienes dos cosas en tu corazón con las que podemos cambiar este mundo para siempre: luz y amor».
FANS DE CUNA
Luego se ha propuesto «dirigir esa energía para satisfacer a las mujeres» y ha caído María, María, que, puestos a conquistar corazones, ha seducido incluso a un niño de pocos años que, aupado por su padre, ha alcanzado a acariciar las cuerdas de su guitarra. Fiesta latina con Foo foo rumbo a People are you ready. Las canciones de Santana no reservan unos compases específicos para el momento del solo, sino que todas sus estrofas vienen acompañadas de las efusivas digitaciones del guitarrista, que no da apenas respiro y actúa como una réplica permanente a la voz solista.
Concierto para forofos de la guitarra eléctrica, que han podido degustar la clásica Samba pa ti,Samba pa ti molde originario de las baladas de guitar hero de todos los tiempos (hola, Gary Moore, esté donde esté), en la que Santana se ha deleitado alargando las notas hasta el infinito y en la que ha incorporado un guiño a la célebre Aquarela do Brasil,Aquarela do Brasil de Ary Barroso. Esta clase de injertos han sido constantes: Corazón espinado, que ha puesto al auditorio en pie, ha incluido una cita al bolero Perfidia.
El fondo más afro ha salido a la luz en la selvática Jingo, otra cita histórica, original del desaparecido percusionista nigeriano Babatunde Olatunji. Evil ways ha conducido a un fragmento de la espiritual A love supreme,A love supreme de John Coltrane. «Somos luz y amor», ha insistido. «Antes de irme, como Prince, Jimi Hendrix y Paco de Lucía, yo quiero ver la paz en este mundo», ha enfatizado. Virtuosismo instrumental, calor latino y cierta ambición de hacer de la música algo trascendente. Misión a la que Carlos Santana ha librado, en el tramo final de la noche, partituras como Black magic woman y Oye como va,Oye como va fundiendo sensualidad mística y tacto terrenal, luz y furia.
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