Roger Guasch: «El Liceu era un pingüino en un iceberg en deshielo»

El director general del Liceu, Roger Guasch, fotografiado en el coliseo lírico de la Rambla.

El director general del Liceu, Roger Guasch, fotografiado en el coliseo lírico de la Rambla.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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Hace un año Roger Guasch asumió la dirección general del Liceu. Hoy el coliseo lírico intenta proyectar otra imagen: ser más abierto y accesible. Aumentar los ingresos y reducir el gasto es el rumbo que marca el plan estratégico y de viabilidad diseñado por Roger Guasch.

-El president Mas, en la cena celebrada la pasada semana con los mecenas, destacó que el Liceu está siendo capaz de dar la vuelta a la tortilla económica. ¿Cuál es la clave?

-Hemos hecho una operación a corazón abierto, la más fuerte. Estamos en la UCI camino de planta. Hay que mantener la vigilancia intensiva porque acabamos de salir del quirófano. Calculo que permaneceremos en la UCI un año más trabajando con la misma intensidad, siguiendo con los cambios y otras cosas que debemos poner en marcha.

-Cuando usted llegó había un déficit de 16 millones de euros, un ERE temporal, tambores de huelga y vacantes en la dirección artística y el coro que han ocupado Christina Scheppelmann y Peter Burian, respectivamente ¿Qué falta por hacer?

-Si el Liceu fuera un puzzle, digamos que tenemos el marco y nos queda el resto. Estamos en la UCI y, si surge algún problema, habrá que volver al quirófano. No le hemos dado la vuelta a la situación de hace un año pero estamos mejor. Hace un año todo eran noticias negativas. Ahora hay una visión positiva.

-Esta temporada hay títulos muy populares ¿Es la manera de llegar a más público?

-El Liceu o es social o no será. El Liceu debe acercarse a la gente y crear escuela. Una de las dificultades de todos los teatros de ópera es atraer a la gente joven y a gente nueva. Ya sé que el reto es grande pero solo con que lográramos que todos los catalanes vinieran al menos una vez al Liceu, como mínimo, sería mucho. Queda mucho por hacer.

-Entonces...

-La ópera debe ser popular, hemos de lograr atraer a la gente y eso es difícil si el nivel de ópera es muy elevado. Kitege es muy bonita pero no es fácil. Hay óperas mejores para introducirse en el género. Lo ideal es que haya un equilibrio para poder llegar a distintos públicos.

-¿Cómo fue económicamente el primer montaje de esta temporada, El babero de Sevilla, con dirección escénica de Comediants?

-En la última función colgamos el cartel de agotadas las localidades. Este montaje es la prueba de que si haces cosas que interesan la gente viene. Y hay que hacer de todo para captar público si eres un teatro con nuestro nivel de autofinanciación.

-El 55% del presupuesto proviene de recursos propios. ¿Cómo ha ido la venta de abonos y entradas?

-A falta de los datos definitivos la bajada de abonados ha parado. Es la primera vez que pasa en los últimos años y podemos estar orgullosos.

-¿A qué se debe?

-Influye mucho la temporada. Según qué títulos se programan hay consecuencias en la siguiente. Creo que hay una nueva ilusión. Es una temporada muy asequible para el abonado y la próxima esperamos mejorar con nuevos abonos.

-¿Qué ha sido lo más difícil?

-La parte mediática. Entiendo lo importante que es el Liceu pero que todo el mundo esté pendiente de cualquier detalle, me sorprende. En muchos sitios se reestructuran créditos o se optimizan recursos y no es noticia. ¡Aquí todo es noticia!

-El mecenazgo es clave pero insuficiente.

-Está cambiando mucho y es fundamental para la parte artística. Con los ingresos que tenemos cualquier proyecto debe venir con un pan bajo el brazo. Buscamos, por ejemplo, patrocinador para repintar el vestíbulo y para mejorar la fachada que no se ha tocado en 15 años.

-El Barça vende su camiseta ¿El Liceu venderá el nombre del teatro?

-Paso a paso. En la temporada de Ballet se ha implicado la Fundación Loewe. El primer paso sería vender los títulos de la temporada, o toda la temporada entera.

-El cambio interno también se nota, se respira otro aire en el Liceu.

-Lo principal fue que toda la organización asumiera la necesidad de urgencia de cambio. Éramos unos pingüinos encima de un iceberg que se deshacía y había que reaccionar. Hemos de ser eficientes y reducir costes, lo que ya se nota en muchas áreas.

-Creía que me diría que era a causa de la reestructuración del crédito.

-No, pero es una de las válvulas del corazón. La teníamos obturada y no podíamos pagar. Empezamos a renegociarlo en febrero y solo quedan unos flecos.

-Por lo que cuenta, ha habido un cambio de mentalidad.

-Es que estábamos acostumbrados a despachar y teníamos que salir a vender y no solo entradas. Cuando dije que había que abrir las puertas del teatro y hacer más visitas tuve mucha reticencia interna. En septiembre hemos triplicado la facturación de visitas del mes de mayo. Queremos ser un sitio de visita cultural.

-¿Ha logrado atraer al turista cultural?

-Con las taquillas a pie de Rambla ahora entran muchos más y estamos intentando llegar a acuerdos con operadores de viajes. ¿Por qué Barcelona no puede ofrecer fines de semana con cracks que actúen aquí, en el Palau y el Auditori?

-¿Se cubrirán este año las plazas vacantes de la orquesta?

-Sí. Solo falta determinar qué cantidad. Toca avanzar.

-La cuadratura del círculo es esa suma de sostenibilidad y calidad que persigue. ¿Qué significa?

-Le daré datos reales para explicarlo. El año pasado, la Tosca con Paco Azorín y el presupuesto muy ajustado tuvo 32.000 espectadores. Ingresos: 2,5 millones. Gasto final: 1,5. Hicimos un millón de caja en positivo. Kitège: 8.000 personas. Taquilla: 683.000 euros. Gasto: 1,6. Tosca, con muchas más funciones, tuvo el 90% de ocupación y Kitege, el 78%. Tosca pagó en parte la innovación de Kitege.