CRÓNICA

Poder creciente

El cantautor electrónico James Blake se debatió entre la balada y el baile

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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James Blake, músico inclasificable y prodigioso, arrastra una cierta fama de cantautor llorón (en clave electrónica) que cada nueva actuación suya solo desdice con más fuerza. En la madrugada del jueves al viernes, en el escenario Heineken, subrayó casi todos sus momentos baladísticos con graves todavía más potentes que en anteriores visitas: I never learnt to share, Limit to your love (su conocida versión de Feist), Overgrown o la inevitable, por suerte, Retrograde (de las canciones más usadas en series últimamente) compaginaron melancolía extrema con demoledora potencia sonora. Blake, su batería Ben Assiter y su guitarrista/manipulador de sampler Rob McAndrews forman un equipo capaz de la máxima sutileza y del ataque frontal.

Cuando exhibió su lado más dinámico, porque Blake es también superdotado productor de baile, propulsó su música hacia niveles de catarsis casi insospechados en él. Mención especial para Voyeur, con desembocadura en un clímax en varias partes de poder creciente. Y para esa intrigante versión de Bill Withers (Hope she'll be happier) con accesos raver.