NUEVO DISCO DEL MÚSICO DE GUISSONA

Patufet, Bob Esponja y la nave espacial

El Petit de Cal Eril lanza el vitalista y jeroglífico 'La figura del buit'

NANDO CRUZ
BARCELONA

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El Petit de Cal Eril está con su nuevo disco como ese niño que se ha inventado un juego. Arrastra ocupadísimo tres piedras por el suelo del jardín y mira de reojo a los mayores, pensando: «Pobrecitos, tienen delante de las narices un camión de bomberos, una ambulancia y un tractor y solo son capaces de ver unas piedras». La figura del buit es ese nuevo juguete, un exultante disco que nos descubre 17 canciones y guarda mil secretos.

Pero si preguntas es peor. «Decidí la portada antes que el disco», avanza. Y donde uno reconoce las terrazas del Hotel Can Pamplona de Vic, ocupadas por distintas personas, el de Cal Eril dice que eso es un platillo a punto de alzar el vuelo. «¿Sabes el lenguaje que ponen en las naves espaciales para que si algún ser inteligente del espacio la encuentra pueda descifrar los caracteres sin conocer nuestro lenguaje? Pues esto es igual: es para que los extraterrestres puedan entenderlo», insiste. Ah, y muchos de los signos alfabéticos con los que ha escrito el título y el autor en el interior del vinilo (doble) son «los que usaban los campesinos del valle para marcar sus vacas; lo descubrí en un libro de quesos».

A Joan Pons, nombre real de este simpar músico de Guissona (Segarra), le apetece poco hablar de su disco por la misma razón por la que a los niños les aburre explicar las instrucciones del juego y prefieren invitarte a jugar. Se intuye acorralado por cierta melancolía existencial, pero en La figura del buit se la ha sacudido bastante. Lo primero que suelta en este disco es: «El món vist des de baix acollona». El mismísimo Patufet podría firmar ese verso, pero esta vez el Patufet de Guissona se ha aliado con Mau Boada, hiperactivo y entusiasta Bob Esponja del Montseny, y juntos han inventado un disco radiante, poliédrico, multicolor y de contagiosa vitalidad. «Mau tiraba hacia el indie-rock de los 90 y yo hacia el sonido Motown», dice, con la cara que pone un niño que ha perdido la partida pero se lo ha pasado en grande.

Pons asegura sentirse más influido por sus amigos músicos que por la obra de artistas lejanos. Quizá por eso le cuesta menos detectar en su nuevo disco el optimismo juguetón de Boada y Joan Colomo o la trompetera frescura del grupo de Vic Mates Mates (a quienes ha grabado en su teatro-estudio-panxa del bou de Guissona) que el influjo de Elliott Smith. Por mucho que la canción Gribi bestial recuerde al ya difunto cantautor estadounidense. Por mucho que la melancolía congénita de ambos hermane sus falsetes. Por mucho, incluso, que Smith tenga un disco titulado Figure 8. ¡La figura del ocho!

EL DISCO A BATIR EN EL 2013 / Como el Vosté és aquí de Antònia Font, este jeroglífico-auca-pop por el que desfilan farmacéuticos politoxicómanos y brujos de campo sugiere mil y una incógnitas. Son 17 saltos de trampolín en dispares modalidades que van del country al jazz cósmico. Si en su anterior disco, Vol i dol, Pons ahondó en sí mismo, este es un festín colectivo y de puertas abiertas. Si en aquel creció hacia dentro, aquí se multiplica y desdobla en varios petits. Es otra forma de seguir creciendo. Porque La figura del buit ya es el primer gran disco a batir del 2013.

Pero todo esto no te lo va a explicar él. A Joan Pons solo se le iluminan los ojos cuando logra cambiar de tema y habla, por ejemplo, de Muchachito Bombo Infierno. «¡Ese tío es un genio! Lo vi en directo y... ¡es una máquina!», exclama. O cuando le preguntas por su huerto. «En invierno está muerto. Las coles no me funcionan, las espinacas tampoco y las gallinas están sueltas y se lo comen todo. Pero volveré a sembrar para el verano», promete.

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