DEBUT EN CATALUNYA DE UN ARTISTA RENOVADOR

El organista punk

Cameron Carpenter, en el Palau de la Música, que esta noche acoge su debut en Catalunya.

Cameron Carpenter, en el Palau de la Música, que esta noche acoge su debut en Catalunya.

MARTA CERVERA / BARCELONA

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Quienes se aburran en los conciertos de órgano deberían probar con los que ofrece el revolucionario Cameron Carpenter (Pensilvania, 1981). Basta poner su nombre en Youtube para flipar con la diferencia abismal entre este músico norteamericano y el resto de sus colegas. Para unos es un exhibicionista; otros, como el director de la Filarmónoca de Berlín, Simon Rattle, le admiran y programan con regularidad.

Esta singular estrella, que estudió en la prestigiosa Julliard School y fue nominado al Grammy, es una rara avis. Intenta convertir cada actuación en algo único; por eso no se atreve ni a vaticinar qué interpretará esta noche en el Palau de la Música, en su debut en Catalunya, aunque tratará de complacer a los programadores, que anunciaron obras de Bach y Liszt. «Como no conozco el instrumento -dijo, recién llegado a Barcelona-, no puedo opinar sobre él ni decir qué tocaré. Los órganos son como las personas. Cada uno tiene una personalidad. Intentaré complacer la sugerencia hecha en el programa, pero no prometo nada», explica pendiente de poner a prueba el instrumento de tubos que preside el escenario del Palau desde 1908, una máquina alemana de la casa Walcker que durante años estuvo olvidado, hasta que volvió a funcionar en el 2003 tras ser restaurado. «Un artista no puede deber solo respeto a la tradición, sino redefinirla, crear una nueva», declaró.

Auténtico espectáculo

Carpenter es un auténtico espectáculo cuando se sienta al teclado por la intensidad de su interpretación y la rapidez con la que sus pies y manos bailan sobre los pedales y las teclas. El 'súmmum' llega cuando ofrece espectáculos con el órgano digital portátil que contribuyó a diseñar. Lleva muchos sonidos almacenados de sus órganos de tubos favoritos, pero también muestras de órganos eléctricos como el Hammond, usado en el jazz y el rock. Carpenter recomendó a los responsables del Auditori no perder el tiempo construyendo un órgano a la antigua para cubrir ese agujero enorme que hay en el escenario, sino apostar por un modelo de nueva generación. «Se ahorarán varios millones lo usarán mucho más porque podrá hacer desde obras de repertorio a jazz y música de cine».

Históricamente el órgano ha sido considerado un instrumento místico, relacionado con el infinito. Para él que es ateo, restringir el instrumento al uso religioso es tan absurdo como criticar su evolución. La defiende a ultranza. «Este instrumento ha estado en la vanguardia tecnológica musical. Hasta la invención del teléfono fue la máquina más sofisticada creada por el hombre». Por eso no entiende que, si durante siglos los órganos se han construido y adaptado a quien producía música con ellos, hoy se dé la espalda en el sector al nuevo modelo con el que Carpenter predica su evangelio. «Dicen que el órgano está en crisis ».

«Un problema de egos»

En su opinión la actitud de los músicos ante el órgano es el problema. «El miedo y respeto que produce hace que todos se adapten a él sin ver la necesidad de hacerlo evolucionar». Ello, sumado a que «en la institución de la clásica siempre ha existido un problema de egos, en el que me incluyo», explica la encrucijada en que se halla. «¿Cómo se puede decir que lo importante en los conciertos es la calidad del público y no la cantidad, como dijo un reputado organista? La música es un negocio y siempre lo ha sido», recordó este organista punk sin pelos en la lengua.

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