Festival de cine de Cannes

Racismo y represión en los 60

Lee Daniels fracasa en su versión del libro de Peter Dexter 'The Paperboy'

Matthew McConaughey (izq.), Nicole Kidman y Zac Efron, en Cannes.

Matthew McConaughey (izq.), Nicole Kidman y Zac Efron, en Cannes.

NANDO SALVÀ
CANNES

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El de Cannes es el festival más importante del mundo. Su única limitación a la hora de seleccionar una película es que esté acabada, y en ocasiones ni siquiera eso es imprescindible. Tiene la programación que les da la gana a los responsables, porque todos los cineastas, especialmente los más prestigiosos, quieren estrenar aquí sus películas, y con ese objetivo planifican sus rodajes.

Por todo eso, ¿cómo explicar la presencia deThe Paperboy? ¿De verdad los programadores no encontraron nada mejor? Que su director sea Lee Daniels, responsable hace tres años de la exitosa aunque horripilantePrecious, lo explica pero no lo justifica. Porque esta película debería ir a parar directamente a una estantería de DVD aunque esté protagonizada por dos actores que un día fueron estrellas -Nicole Kidman y Matthew McConaughey- y otro que podría convertirse en una -Zack Efron-. O, mejor, no debería haber existido nunca. Es así de mala.

«He hecho esta película sumergiéndome en mi propio pasado», aseguró ayer Daniels ante la prensa. Pero daría igual si hubiera dicho que su fuente de inspiración fue la Sagrada Biblia, aunque en ella aparezcan escenas tan impías como Kidman orinándole en la cara a Efron o McConaughey comiendo moqueta desnudo, atado y con el culo en pompa. Contemplar eso a las nueve de la mañana es una experiencia no necesariamente recomendable. PorqueThe Paperboyes la película de un director que no tiene la más mínima idea de lo que está haciendo.

Sobre el papel la crónica de una investigación criminal en la América sureña de finales de los 60, la película trata de reflejar el racismo y la represión sexual de la época en una escena y nos regala un gag marrano en la siguiente; ahora denuncia el sistema judicial o la falta de ética periodística, y después se abandona al melodrama. Quizá un narrador más centrado habría sabido dar forma a todo ese caos -Almodóvar escribió un guión basado en la novela de Peter Dexter que estará criando polvo en el fondo de algún cajón-, pero lo único que parece preocupar a Daniels es incluir el mayor número posible de planos de Efron en calzoncillos: «No lo puedo evitar, quiero a Zac. ¿Qué le voy a hacer? Soy gay», se justificaba ayer el director. Al menos el tipo sigue sus instintos creativos.

OTRO DELIRIO / La otra película presentada ayer a concurso,Post tenebrae lux, también resultó ser un delirio, pero en este caso uno intencionado. «En ella la razón interviene lo menos posible», aseguró el mexicano Carlos Reygadas, un director de enorme talento muy querido en este festival, y en efecto es difícil distinguir qué escenas del filme pertenecen al pasado o al presente, a la realidad o la imaginación, o qué significa ese demonio digital que pasea por la pantalla al principio y al final del metraje. ¿Habla la película de la lucha del hombre por resistir la tentación y dejar de pecar? Tal vez, o tal vez no. Las obras de Reygadas nunca han buscado la claridad narrativa, pero aun así ésta es especialmente opaca y, pese a que contiene algunas imágenes increíblemente bellas, acaba por resultar exasperante.