La reivindicación de una figura injustamente olvidada

El primer fotógrafo moderno

TITULAR PIES1. Autorretrato de 1931. 2. Un visitante observa una imagen de Buster Keaton e Irene Polo, ayer en la exposición. 3. 'Lanchas de competición', 1930. 4. Retratro de Rafael Barradas realizado entre 1926 y 1928. 5. 'Día del libro,

TITULAR PIES1. Autorretrato de 1931. 2. Un visitante observa una imagen de Buster Keaton e Irene Polo, ayer en la exposición. 3. 'Lanchas de competición', 1930. 4. Retratro de Rafael Barradas realizado entre 1926 y 1928. 5. 'Día del libro,

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Fue uno de los grandes de su época, con reconocimiento y prestigio. Uno de los primeros en adoptar los recursos estéticos del lenguaje de la nueva visión de Moholy-Nagy en España. Y el pionero en aplicar esas nuevas narrativas vanguardistas en el fotoperiodismo. Pero pese a ello, Gabriel Casas (Barcelona, 1892-1973) es el fotógrafo más desconocido y olvidado de su generación. Una injusticia muy ligada a la guerra civil y a la mala fortuna de su legado, y una injusticia que la actual exposición del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) aspira a reparar dando a conocer su figura y dando a su producción el valor que se merece.

Lo hace reuniendo 120 imágenes -copias de época, tirajes posteriores del propio autor y tirajes modernos- en una muestra, Gabriel Casas. Fotografía, información y modernidad. 1929-1939, que no es una retrospectiva sino una «selección de su periodo más interesante, el que va desde la Exposición Internacional del 29 al final de la guerra civil», a juicio de su comisario, Juan Naranjo. «Un periodo -prosigue- en el que se desarrolla la modernidad, y un periodo en el que su obra llega a la madurez y conecta con las vanguardias europeas».

Las nuevas ideas y los programas de vanguardia llegaron a Barcelona con los preparativos de la Exposición Internacional, de la cual Casas era fotógrafo oficial. En 1928 Salvador Dalí, Sebastià Gasch y Lluís Montanyà publicaron el Manifest groc contra el arte oficial; y en 1929 Marinetti y Le Courbusier conferenciaron en la ciudad; la revista Mirador organizó un cine club donde se proyectaron películas de Man Ray, Jean Epstein y Luis Buñuel; y Albert Renger-Patzch y Frantisek Drtikol expusieron sus fotografías. Y fue en este contexto de modernidad que Casas, a través de Rafael Barradas, entró en contacto con las vanguardias y adoptó el lenguaje de la nueva visión para crear originales narrativas visuales.

Fotomontajes, picados, contrapicados, fragmentaciones y abstracciones que no solo uso él -allí estaban también Josep Sala, Pere Català Pic, Campal y Josep Masssana-, pero que solo él las integró al fotoperiodismo en ese momento. «Casas es tan interesante por la fotografía de información como por su adscripción a las vanguardias», resume Naranjo, que destaca, en su producción, los retratos, las fotografías sociales y, por supuesto, sus trabajos más directamente vinculados con los nuevos recursos.

Copias y negativos perdidos

Entre estos últimos es especialmente remarcable la vinculación con la revista Imatges, una de las primeras publicaciones gráficas que apostaron por la modernidad y que lo hizo en catalán. Por lo que se refiere a los retratos «escapaban de la estética habitual de la época, no eran posados, el protagonista era captado al natural y Casas jugaba con los principios de la fotografía cándida o del surrealismo», explica el comisario. Y en la fotografía social, apostó por vincular la estética documental con las iniciativas más inovadoras -Lewis Hine o Wolfgang Weber- y el realismo poético.

Con todo este currículum cuesta de entender que Casas sea un desconocido. La razón hay que buscarla en la guerra civil y las represalias posteriores. Y en los problemas de su legado. El fin del conflicto le supuso la prohibición de dedicarse al fotoperiodismo y la confiscación de su trabajo sobre la guerra civil. Consiguió salvar el material más comprometido del conflicto, pero su maleta no tuvo la misma suerte que la de Agustí Centelles y los negativos y copias se estropearon. De ahí que no haya imágenes de la contienda de Casas.

El resto de material lo guardó en su estudio de la calle de Sant Pere y allí se quedó cuando lo traspasó, en 1971, al artista Robert Llimós. Cuando su hija, Núria Casas, intentó recuperarlo se inició un conflicto por su propiedad que no se resolvió hasta 1995, momento en que ambas partes -Llimós y Casas- acordaron cederlo al Arxiu Nacional de Catalunya. Su director Josep Maria Sans i Travé insinúa un tercer motivo para su tardío reconocimiento -«Centelles era del PSUC y Casas de la Lliga»-, que es lo mismo que decir que cuando en los 80 se inició la recuperación del patrimonio se miró más hacia la izquierda que hacia la derecha.

La muestra, hasta el 30 de agosto, es una colaboración del MNAC, el Arxiu Nacional de Catalunya y la Fundació La Caixa, que lo mostrará en Girona y Tarragona, en septiembre y febrero del 2016 respectivamente.