EL AUTOR DE LAS 'CONSTELACIONES' VIAJA AL HEMISFERIO SUR

Miró garabatea en Brasil

Formas y colores 8Una de las eculturas de Miró expuestas en Brasil.

Formas y colores 8Una de las eculturas de Miró expuestas en Brasil.

EDU SOTOS / SÂO PAULO

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«Miró es el más surrealista entre los surrealistas». Fue la etiqueta que desde el principio adjudicó el francés André Breton a Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983). No era cualquier calificativo, máxime teniendo en cuenta que provenía del que fue fundador del movimiento allá por los años 20 del siglo pasado. Así era el genial artista catalán, el mismo que a los 80 años todavía tenía fuerzas para arrodillarse como un niño y «asesinar el arte», como a él le gustaba decir, garabateando enormes lienzos sobre el suelo de su estudio en Palma de Mallorca. Tres décadas después de su fallecimiento, los trazos de aquel poeta de las formas llegan a Sâo Paulo (Brasil)

-con 21 millones de habitantes, la mayor ciudad del hemisferio sur- a través de la exposición Joan Miró, la fuerza de la materia. Muestra organizada por el Instituto Tomie Ohtake y la Fundación Miró bajo el patronazgo de Arteris, filial en Brasil de Abertis.

Con 112 obras -41 pinturas, 22 esculturas, 20 dibujos, 26 grabados y decenas fotografías y vídeos sobre la vida del autor de las Constelaciones-, la fuerza del universo mironiano intentará seducir al público de Sâo Paulo y arrastrar a tantos espectadores como hizo, en el 2014, la muestra del otro gran exponente del arte catalán: Salvador Dalí. «Esperamos repetir el éxito de 1,5 millones de visitantes de la exposición de Dalí», explica el presidente de Arteris, David Ruiz, quien afirma, orgulloso, tener «el privilegio de llevar al público brasileño las obras de uno de nuestros artistas más internacionales».Pero La fuerza de la materia no es solamente un título. Como desvela Rosa Maria Malet, directora de la Fundació Miró de Barcelona, «la exposición evidencia el desafío lanzado por Miró para conseguir con la materia lo que conseguían los poetas con las palabras». Por ello, Malet, quien convivió con los Miró, ha querido incluir en la muestra obras realizadas sobre tela y papel, modeladas con madera e incluso fundidas en bronce, es decir, «todos los elementos que permitieron crear el lenguaje del universo mironiano, un universo de formas y colores que se transforman en emociones como las palabras que escribía André Breton», explica.

Emocionado, el nieto del artista, Joan Punyet Miró, recuerda como cada tarde, antes de crear sus obras, su abuelo leía alguno de los poemas de Arthur Rimbaud en busca de inspiración. «Su arte era una referencia al hombre primitivo que conecta con nuestro origen, un homenaje a las formas más simples representadas en la naturaleza, las estrellas y, sobre todo, la mujer», asegura frente a la obra Femmes dans la Nuit (1973), una de sus favoritas incluidas en la exposición por su trazo «casi intuitivo».

Pipí sobre la arena

En este sentido, las palabras del propio Miró eran muy reveladoras: «La gran diferencia entre mi arte y el de Picasso es que a él todo le sale perfecto», declaró en una ocasión el artista en referencia a su total sacrificio de la técnica y del sentimiento, y su total inmersión en el universo del subconsciente. Para el catalán, «desandar lo andado en el mundo del arte» era la forma de alcanzar el subconsciente. «Por eso mismo mi abuelo se arrodillaba en el suelo al pintar, buscaba expresar su arte como lo hace un niño cuando garabatea un papel», describe Punyet.

Quizá por su búsqueda de la ingenuidad interior, del subconsciente por encima de la técnica, además de su propia personalidad hermética, la instantánea que cierra la muestra, captada en 1970 por el fotógrafo sueco Ralph Herrmanns, en la que Miró garabatea con un palo en la arena de la playa, sea la mejor expresión de la filosofía mironiana que el propio autor catalán sintetizó en la frase: «El día que me falten los materiales haré pipí sobre la arena de la playa y con un palo haré un grafismo».