DOBLE ESTRENO EN LA VILLARROEL

La risa del desencanto

La dramaturga y directora Marilia Samper se ríe de sí misma en 'Petits monstres', un retrato ácido e irreverente de la crisis de los 40

Gamberra 8 Vanessa Segura interpreta a Anna en 'Petits monstres'.

Gamberra 8 Vanessa Segura interpreta a Anna en 'Petits monstres'.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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La vida no es un cuento bonito. Tampoco para la dramaturga y directora Marilia Samper (Brasil, 1974), que se ha mirado al espejo en su primera incursión en la comedia: Petits monstres, que se estrena hoy en La Villarroel. «He escrito esta historia para reírme de mí misma», suelta. Le ha salido un irreverente y corrosivo retrato generacional en el que ha vertido toda su mala leche e ironía. La crisis de los 40, en boca de un personaje desubicado, antisocial, gamberro... Anna, una artista conceptual que, con los 40 a la esquina, no pinta nada (está sin trabajo, sin pareja, sin casa...). Ha decidido apearse de un mundo que gira en otra órbita.

La actriz  Vanessa Segura se mete en su pellejo disparando una excelente vis cómica. Le acompañan Marta Aran o Mireia Piferrer y David Vert o Jordi Andújar, según las funciones. Samper dibuja a la protagonista escupiendo todos sus monstruos: miedos, obsesiones, paranoias... «Su vida de mierda». El único reducto salvador, donde juega feliz con sus ilusiones, es la habitación en la casa paterna donde vive. Pero aparece en acción su hermana Marta, su antítesis. Pragmática, sensata y conformista, amenaza con destruir su idílico refugio: piensa volver también al dulce hogar tras romper con su novio.

Anna es Marilia Samper. Marta, también. «Tengo cosas de ambas. Mi motor es la necesidad de contar algo que me toque a nivel personal. Estaba en la crisis de los 40 y mi visión del mundo era trágica. Hasta que empecé a medicarme y adopté una perspectiva con más humor», revela la autora de L'ombra al meu costat y directora de Pulmons.

Hace unos años, recuerda la creadora de la pieza, una mujer de su edad era toda una señora, con su casa y sus hijos. «Yo vivía como una veinteañera. Me producía una sensación de desengaño el desajuste entre lo que debía haber conseguido y lo que realmente era. A menudo hay un abismo entre lo que sueño y la realidad», argumenta la autora, nacida en Sâo Paulo, de madre brasileña y padre andaluz, y afincada en Barcelona desde el  2001.

«Nos hemos llenado la cabeza con fantasías de autorrealización, cuando nuestros padres y abuelos lo único que necesitaban era sobrevivir», agrega Samper. La suya, escupe, es una generación de «desgraciados». «¡Nos han engañado!».