El San Miguel Primavera Sound

Majestuoso The Cure

El icónico grupo británico recreó sus clásicos en la jornada más multitudinaria del festival

Robert Smith, líder de The Cure, durante la exitosa demostración musical realizada en el Primavera Sound, ayer, en el Fòrum de Barcelona.

Robert Smith, líder de The Cure, durante la exitosa demostración musical realizada en el Primavera Sound, ayer, en el Fòrum de Barcelona.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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La estética gótica nunca muere, y en cualquier momento puede reaparece con un nuevo disfraz. Pero todo artista actual que se inscriba en esta tendencia debe rendir pleitesía a The Cure, un grupo que, como los grandes, se desprendió hace mucho de su etiqueta bautismal y es una institución moderna en sí misma. El grupo británico rindió anoche un rotundo autohomenaje sin retoques modernizadores en la mayor convocatoria, por ahora, de esta edición de San Miguel Primavera Sound, con unas 41.000 personas, según la organización.

El recinto de la plaza del Fòrum se llenó y se puso intransitable para ver a los autores de un buen contingente de álbumes de culto de los años 80, como Seventeen seconds y Disintegration. La banda reapareció en un formato distinto al de su última gira mundial, que pasó por el Palau Sant Jordi. En aquella ocasión prescindió de teclista y apostó por un muro de sonido guitarrero que remitía a sus raíces más afterpunk y violentaba su perfil más majestuoso.

CAPAS AMBIENTALES / Anoche, en cambio, The Cure recuperó una identidad que, no nos engañemos, es la más celebrada y distintiva, con las características cortinas ambientales y texturas vaporosas. Robert Smith ofició su misa escénica venerable, con el maquillaje y pelo emborronado que constituye su imagen icónica, flanqueado por una banda apuntalada en cómplices de largo recorrido como son Simon Gallup y Jason Cooper. El grupo festeja en esta gira el 20º aniversario del doble álbum Wish, el trabajo que consolidó su potencial comercial.

La actuación se abrió con medios tiempos de corte solemne, Plainsong y Pictures of you, y comenzó a acelerar el ritmo con High y Love song. El repertorio fue integrando canciones populares como In between days y Just like heaven, alternadas con fetiches de sus años más góticos, como la tupida A forest. Al cierre de esta edición, Robert Smith se colgaba la guitarra acústica para proclamar que, además de cánticos siniestros, su obra también contiene estribillos ligeros tan pop como Friday I'm in love.

La actuación de The Cure concentró un público multitudinario, sensiblemente superior al que arropó horas antes a Rufus Wainwright. El canadiense vino acompañado de una amplia banda con el concurso de coristas y de un colaborador de lujo, Teddy Thompson, a la guitarra y voces, que disfrutó de cierto protagonismo en la adaptación de One man guy, una pieza del padre de la estrella, Loudon Wainwright.

La actuación tuvo un poco de todo: cinco canciones del nuevo disco, Out of the game y una selección de piezas de su obra anterior, con rescates de Greek song, The one I love y 14th street. Wainwright paseó su buen humor habitual («estoy actuando a la hora en que vosotros debéis estar desayunando», estimó en una interpretación muy libre de nuestro régimen horario) y tuvo que ir al grano porque el recital resultó especialmente condensado. «No presentaré a los músicos porque no tenemos mucho tiempo», apuntó.

La actuación no llegó a la hora de duración, lo cual fue una pena considerando que, hace unas semanas, en Granada, alcanzó las dos horas y media. El formato de festival tiene, a veces, estas cosas. Sugerimos a los señores promotores de conciertos que piensen en Rufus Wainwright para sus programaciones de invierno en auditorios y teatros: la presentación de Out of the game merecería repetir.

COINCIDENCIA DOLOROSA / El pase del autor de Going to a town tuvo otro problema: la coincidencia con el recital de Marianne Faithfull en al Auditori del Fòrum, que tuvo a algunos seguidores con el corazón dividido. Quienes se desplazaron hasta el triángulo azul de Herzog y De Meuron también acertaron, porque la cantante británica ofreció una suculenta sesión con texturas de blues y rock resabiado que incluyó canciones fetiche como As tears go by (que Mick Jagger y Keith Richards le compusieron en 1964) y Broken English. Nobleza y heridas de guerra en Primavera Sound.