El festival de cine fantástico de Catalunya
Un maestro adicto al trabajo
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE
En el tiempo que usted tarda en leerse esta pieza, Takashi Miike habrá rodado otra película. Desde su debut en 1991, este japonés ha dirigido una media de cuatro filmes al año, incluyendo títulos tan reconocidos como Audition, Ichi the killer y 13 asesinos. Tras labrarse una reputación como autor de filmes violentos, retorcidos e impredecibles, últimamente se mueve en un puñado de direcciones diferentes e incluso contradictorias: «A mí me ofrecen hacer algo y si tengo tiempo, lo hago», nos decía ayer este estajanovista declarado a su paso por el festival de Sitges, donde este año ha sido objeto de una retrospectiva y ha presentado no una, claro, sino dos películas.
Lesson of the evil, del 2012, es un thriller sobre un profesor que diseña un plan extremo para acabar con el bullying y los malos comportamientos en el instituto donde trabaja. Miike participa rara vez en los guiones, pero en esta ocasión sí quiso meter mano. ¿Por qué? «El guion había sido escrito por otra persona. Y no quedé satisfecho con el resultado, así que lo edité yo mismo».
Al director, de 53 años, le interesaba especialmente esta historia porque adora a los personajes que no ocultan su oscuridad. «Cada persona -explica- tiene características propias, muy particulares, que a menudo anulamos solo para encajar. Me interesaba este personaje protagonista que no se corta a la hora de mostrar su identidad verdadera».
La segunda película, del 2013, se llama Shield of Straw y es un filme de acción dirigido por encargo para una major. «Tan solo me pusieron una condición: que fuera apta para todos los públicos». ¿Cuando le toca trabajar con grandes presupuestos, Miike se ve obligado a ser menos Miike? «Generalmente en Japón no importa con qué presupuesto trabaje, siempre tengo libertad. Los que me contratan saben cómo soy y si quieren a un simple mandado, llaman a otro».
La influencia de Verhoeven
En cualquier caso, Miike reconoce que antes que su ego está la historia y sus necesidades. «Yo solo soy una herramienta más en la creación», afirma. Dice no concentrarse demasiado en la revisión de sus antiguas películas; solo cuando se pasan en festivales (en este Sitges ha presentado al público oldies como Shinjuku triad society y Young thugs: Innocent blood). «Volver a ver estas películas es como volver a encontrarme con el pasado», afirma.
Este director influyente también ha sido influido, claro. En gran medida, por ejemplo, por Paul Verhoeven. «Y en particular su película Starship Troopers. Me sorprendió que alguien pudiera hacer una película tan personal en Hollywood. En el cine se puede ser libre. Si no eres libre, es porque no has luchado lo suficiente».
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