'La pols i l'era', el musical 'ie-ié'
El disco ideado por Guillamino y Oriol de Balanzó reinventó el imaginario del pop catalán de los 60 en el Auditori
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
El hombre de la radio Jordi Beltran presentó el concierto como 'La pols i l’era live’, aunque más aún que eso, sería ‘La pols i l’era, el musical’, dado el sentido de espectáculo que adoptó la puesta en escena del disco. Hasta 22 músicos y voces, y un repertorio de canciones frescas que evocaban los días dorados del yeyé catalán, un pop retrospectivo con vistas a la música negra y las orquestaciones libidinosas. Y con generosas raciones de humor.
Llevar ‘La pols i l’era‘ al escenario, este miércoles en el Auditori, sala 2, era una misión ambiciosa dada la complejidad del puzle y porque un buen disco no tiene porque funcionar tal cual en su exposición ante el público. Guillamino y Oriol de Balanzó, sus inventores, dieron al repertorio un sentido unitario creando transiciones instrumentales de la mano de diálogos y entrevistas con aire improvisado, a partir de una escenografía con una barra de bar, guiño al espíritu de la coctelería, y de la presencia constante de todos los participantes.
Lejos de la celebración nostálgica, la sesión ofreció música de nueva planta con, eso sí, raíces sesenteras deliberadamente aireadas desde el ‘Yeh, yeh’ que abrió fuego en la afroamericana voz de Guillamino. En los cimientos, un cuarteto sólido y el trío vocal The Feliuettes, sustrato voluptuoso para las evoluciones de un pizpireto Joan Colomo y del ‘soul-sona’ de Eduard Gener y Eric Sueiro (The Saurs).
DE NÚRIA FELIU A LITA TORELLÓ
Los encuentros de generaciones eran las escenas más esperadas, con Núria Feliu, acomodada en el sofá sin perder detalle (“em diuen ‘la Patiu’ perquè sempre pateixo”), levantándose para coquetear teatralmente con Òscar Dalmau en una canción con aires de parodia de James Bond con estofas subidas de tono: “Nena, ja saps que tinc entre les cames, / dues rodes, fum i molt perill…” Y otra voz recuperada, Lita Torelló, entonando con pulcritud ‘El món s’acaba aquesta tarda’ de la mano de Ernest Crusats (La Iaia). Entre ambos dúos, una insinuante Núria Graham, el toque de misterio de Joan Pons (El Petit de Cal Eril) y el deslenguado rap de El Gordo del Puru en afilado contraste con el toque clasicista de Francesc Burrull al piano.
Martí Sales, ex de Els Surfing Sirles, se alió con Graham en ‘Sense brànquies’, final turbulento estirado con el bis de ‘Ciao, ciao’, el ‘Downtown’ de Petula Clark en la versión catalana de Lita Torelló, con una interpretación que hizo arquear las cejas al Auditori. Pasado reformulado en un espectáculo que, en una versión seguramente menos teatralizada y más festivalera, revivirá en el próximo Canet Rock.
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