La fiesta del 23 de abril

José Luis Sampedro advierte de que «vivimos una época de barbarie» al tiempo que exhorta a vivir intensamente

El veterano autor y economista

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Nació en Barcelona un año antes de que acabase la primera guerra mundial. Y ahí estaba ayer, José Luis Sampedro, 93 años años de nada, en el Saló de Cent, con su aspecto quijotesco, su discurso sabio, su mente lúcida y un didáctico sentido del humor que ayudaba a los jóvenes–que eran respecto a él prácticamente todos los que le escuchaban –a seguir los vericuetos estratosféricos de su conferencia.

El pregón de Sant Jordi de Sampedro, catedrático de Estructura Económica, escritor, pensador, fue un elogio de la palabra, la capacidad que ha coronado la evolución del ser humano, y una seria advertencia del peligro de creernos los reyes de la creación. «El desarrollo sostenible es insostenible. El tercer mundo tiene con el primero una deuda ecológica puesto que hemos vaciado sus minas y hemos destruido sus bosques. Vivimos en una época de barbarie, como en el imperio romano».

Mejorar la leyenda

La conclusión fue descorazonadora pero para llegar hasta ahí el economista y escritor trazó un itinerario que le llevó a hacer una versión mejorada y modernizada de la leyenda de Sant Jordi, en la que el caballero lucha por la libertad mientras el dragón encarna a ese poder que «quiere toda la libertad para él pero se la niega a los demás».

En una jugada de prestidigitación, el autor pidió ayuda a la astrofísica sembrando el vértigo en el respetable: «Ustedes se están moviendo a una velocidad de 1.600 kilómetros por hora, mientras el sistema solar se desplaza hacia Andrómeda. Pero la verdad vital de todos ustedes es que están aquí sentados con toda tranquilidad». A diferencia de las piedras, «el hombre no nace hecho, programado» y el trabajo de cada uno, según Sampedro, debe ser buscar la verdad vital. Sant Jordi, el caballero, explicó, murió mártir por conservarla. Y él a los 93 años, casado de nuevo desde hace tres, sin alardes, acorde con su sencillez, regaló ayer un mandato: «Exhorto a vivir la vida con intensidad y dedicación profunda». Atención, ese debe de ser el secreto.