entrevista con el actor

José Corbacho: «Nos vendieron que Wert era el malo y el tapado es Montoro»

Presenta 'Corbacho 3G' en la sala Barts

JOSÉ CARLOS SORRIBES / Barcelona

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José Corbacho (L'Hospitalet de Llobregat, 1965) tenía que decir la suya de este mundo digital, nuevas tecnologías y redes sociales que nos invade. Lo hace en un montaje, Corbacho 3G, que presenta desde hoy hasta el día 29 en la sala Barts. Estará solo por primera vez en un escenario, pero acompañado de una enorme tableta con la que interactuará con el espectador.

-A los que le conocen por la televisión casi habría que recordarles que el teatro, y La Cubana, fueron su escuela.

 

-Totalmente. Estuve 12 años y empecé en 1989 con una gira por Francia de La tempestad, de Shakespeare. Era un gran espectáculo que simulaba una operación de emergencia con el público por una tormenta que había en la calle. Creo que es lo más loco que hice con La Cubana. Cogíamos a las mil personas del patio de butacas y nos las llevábamos por todos los rincones del teatro. Me dije: «Esto es lo que me gusta».

-Ha tardado en quedarse, como dice, sin nadie a la derecha y a la izquierda. Sorprende con el auge del monólogo.

 

-Hice dos o tres veces El club de la comedia, pero apenas son 10 minutos. También lo que llamamos eventos: bodas, bautizos, comuniones y congresos. Lo pensé después de que apartáramos la idea de hacer otro Terrat pack por problemas de agenda. También tenía ganas de volver a ir de gira. Me encantan.

-Siempre ha parecido un gran secundario al lado de jefes como Buenafuente. ¿Es, sobre todo, un jugador de equipo?

 

-Sí, pero es que el cine, el teatro y la tele son trabajos de equipo. Cuando te crías en La Cubana piensas que juegas en el Barça. Pero siempre he disfrutado de la gente que explicaba historias con personalidad.

-Ponga nombres a esos referentes.

 

-Pepe Rubianes era uno de mis mitos. Siempre le comentaba: «Pepe, yo de mayor quiero ser como tú». El paradigma de un tío explicando historias. Pero también Gila y hasta Manolo de Vega, explicando chistes. O Eugenio. Y gente como Goyo Jiménez, que me parece una bestia parda. Y yo quiero ahora jugar desde el escenario con la gente durante un hora y media.

-¿Estamos atrapados en las redes sociales?

 

-La humanidad siempre ha estado atrapada por la tecnología e inventos que parecían maravillosos. Casi siempre al final se vuelven en contra. Internet llegaba como la nueva revolución industrial. Y sí, es verdad, sirve para muchas cosas, pero también para perder el tiempo en muchas mierdas.

-¿Es usted uno de esos usuarios compulsivos de las redes sociales?

 

-Soy muy compulsivo e impulsivo. Si un día me invitan a comer un arroz buenísimo, me como cuatro platos. Y al día siguiente, paso con una ensalada. Me sucede igual con Twitter, puedo estar ocho horas seguidas metido en él y tres días sin tocarlo. Lo peligroso no es el tiempo que estás conectado sino que dejes de ver la vida real. La gente está encantada de tener 50.000 amigos en Facebook y yo me acuerdo de cuando mi padre me decía que podías tener tres o cuatro en toda la vida. El resto, conocidos.

-¿Esta hipercomunicación acaba provocando aislamiento?

 

-Saca lo mejor y lo peor de cada uno. Si tienes tendencia a aislarte, esta época de las nuevas tecnologías es perfecta. Ahora siempre hay algo que nos cambia la vida. Por ejemplo, todo el mundo tiene cámara. Yo tenía cinco fotos de los primeros años de vida: la comunión, el día de la palma y poco más. Eso da pie a la comedia.

-Comedia también hace con la actualidad. Por ejemplo, con el anuncio de la lotería…

 

-Estaba dirigiendo un anuncio publicitario, algo que no había hecho nunca, de la campaña navideña de Decathlon. Y sin haber visto el espot de la lotería, me encontraba una noche en el hotel, y ya me empezaron a llegarme las parodias. Aquello fue muy fuerte.

-¿Qué pensó cuando lo vio?

 

-Pues que siempre hay cosas que se te escapan. Porque lo dirige Pablo Berger, el director de Blancanieves, o sea nivelazo… Y la gente se lo lleva por otro lado. Has de convivir con ello. Es como el que tiene un millón de seguidores en Twitter y se queja de que alguien le ha dicho que es un imbécil. ¡Pero si tienes un millón de seguidores! Lo vi flojito, sí. Tal vez se podía hacer algo que fluyera un poco más; era todo un poco de cartón piedra.

-¿Y qué me dice de la famosa boda india celebrada en Barcelona?

 

-Yo estaba fuera, de bolos. Y solo veía un montón de comentarios. Me hizo muchísima gracia… ¡La boda india era Campanades de boda de La Cubana! ¡Con los caballos jerezanos! Ya lo decía siempre Jordi [Millan, director de La Cubana]: «La realidad siempre supera a la ficción».

-¿Hay alguna alusión en Corbacho 3G a su amigo el ministro José Ignacio Wert?

 

-Ya tenemos una relación personal. Al final nos han engañado. Nos vendieron que era el malo, y es una cortina de humo. El tapado es Montoro. Aunque tampoco hago mucha sangre con los políticos.