REPASO A LOS ESCRITORES QUE TIENEN BULA

Intelectuales en la picota

El profesor Ignacio Sánchez-Cuenca señala, por primera vez con nombres y citas exactas, a consagrados literatos y pensadores españoles por la falta de solidez y argumentación de los artículos que publican en la prensa

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JUAN FERNÁNDEZ

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Probablemente, un amplio sector de la población se removería de su asiento si en una conversación de bar oyera a alguien decir que los refugiados sirios arrojan a sus hijos contra las alambradas para hurgar en la conciencia de culpa de los europeos, que los parados tienen motivos para envidiar a los toros de lidia, que la crisis económica la causó el debate de la Ley de la Memoria Histórica, o que los seculares defectos estructurales de España se podrían solucionar de un día para otro con un par de decretos en el BOE como la Ley Antitabaco borró el humo de las cafeterías. Sin embargo, estas afirmaciones las han defendido en artículos de opinión Jon Juaristi, Fernando Savater, Antonio Muñoz Molina y César Molinas, por este orden, y nadie se ha removido de su asiento ni ha saltado a la palestra a rebatirles.

LA SALVACIÓN SE LLAMA AGUIRRE

Hay más. Mario Vargas Llosa afirmó en una columna que la crisis habría pasado de largo en España si la presidenta del Gobierno hubiera sido Esperanza Aguirre, a quien definió como "la Juana de Arco del liberalismo"; Javier Cercas aseguró en otro artículo que "sin el Rey no habría democracia"; y Arturo Pérez Reverte, ante la visión de un grupo de diputados en plena calle, confesó en otra tribuna: "Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre".

Las páginas de opinión de los periódicos -este no es una excepción-suelen contar con la presencia de ilustres intelectuales que a la calidad literaria de sus escritos añaden el atractivo de sus firmas, siempre de contrastado prestigio. Asiduo lector de columnas, el profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III Ignacio Sánchez-Cuenca, también articulista, lleva años observando que muchos de esos afamados literatos y pensadores cuelan a menudo en sus tribunas ideas superficiales y sentencias frívolas que proclaman sin argumentar ni contrastar con los datos de la realidad.

Persuadido de que el debate público puede estar viéndose contaminado por la polución que genera este tipo de afirmaciones, Sánchez-Cuenca acaba de publicar un libro -'La desfachatez intelectual' (Catarata)- en el que se atreve a hacer lo que nadie había hecho hasta ahora en este país: señalar con nombres y citas exactas los desvaríos que renombradas figuras de la vida académica y literaria española cometen en sus artículos periodísticos, pero que nadie hasta ahora había osado cuestionar.

Más allá del inventario de patinazos, como quien se lanza escopeta en mano a un descampado poblado de francotiradores, Sánchez-Cuenca propone en su libro la desautorización general de un selecto grupo de intelectuales -él los llama "figurones"- como creadores de opinión pública.

HACHAZOS CON LÍMITES

De Félix de Azúa a Javier Cercas y de Javier Marías a José Antonio Marina, pocos novelistas, filósofos y académicos metidos a analistas de la actualidad desde las páginas de opinión de los diarios se libra del repaso. Consciente de que la polémica está servida, el politólogo aclara los límites de su hachazo. "No busco menospreciar su reputación como escritores. Siempre es agradable leer su prosa y muchas de sus obras merecen los elogios más encendidos, pero es difícil tomárselos en serio cuando hablan de política", apunta.

Su principal crítica va dirigida contra la "pobreza argumental y falta de rigor" de los literatos que un día emiten sentencias sobre la articulación territorial del Estado en una columna y al siguiente dan lecciones de economía o hablan de seguridad nacional. "Su objetivo es ofrecer opiniones, no someterlas a un examen crítico en una conversación colectiva. No me quejaría si el nivel de sus intervenciones fuera más elevado. Pero, por desgracia, opinan sin haberse informado", señala.

Experto en teoría política, Sánchez-Cuenca se previene contra quienes corran a tacharle del gremialista: "Sería empobrecedor que sobre economía solo pudieran escribir los economistas, o sobre política, los politólogos. El debate público tiene que estar abierto a todo el mundo, pero debería regirse por unas reglas y unos mínimos de rigor intelectual, sin hacer excepciones con los escritores. De lo contrario, se arriesgan a decir ridiculeces", afirma.

Ridiculez es, según Sánchez-Cuenca, que Féliz de Azúa afirme en un artículo que "la Universidad está tan corrompida como los partidos y por esta razón la enseñanza española recoge la más baja calificación en Europa", sin explicar en qué basa esa acusación y cómo la conecta con la conclusión a la que llega. Y ridículo es, desde su punto de vista, que Fernando Savater sentencie que la principal causa de la crisis en España ha sido "la fractura nacionalista", sin mencionar el colapso financiero internacional. "Deberíamos exigir que las intervenciones ante el público tengan más nivel que la conversación propia del casino decimonónico", opina el politólogo.

INCOHERENCIAS

Precisamente, la cuestión nacional es, según Sánchez-Cuenca, uno de los demonios favoritos de los literatos que escriben artículos en los periódicos. Antes frente a Euskadi y el terrorismo, y ahora contra Catalunya y el 'procés', el rechazo "en bloque y sin argumentar" a las posturas nacionalistas es una constante en estas tribunas, dándose "incoherencias" como las que el profesor encuentra en las columnas de Javier Cercas: "Cuando Mas anunció el referéndum, él reclamó unas elecciones plebiscitarias, y cuando Mas planteó las elecciones como un plebiscito sobre la independencia, Cercas exigió un referéndum", denuncia el autor.

De igual modo, a Sánchez Cuenca le sorprende que Vargas Llosa defina al nacionalismo como "un regreso a la tribu" y que sugiera que ese sentimiento "se cura viajando". "Cuando uno analiza el currículo de Xavier Sala Martín, Andreu Mas-Colell, Carles Boix o Jordi Galí y lo compara con el de Arcadi EspadaSavater y Juaristi, tan castizos en sus preocupaciones y estilo literario, resulta evidente que el nacionalismo no tiene que ver con viajar o no viajar", señala en el libro.

El politólogo aclara su posición respecto a este asunto: "No soy nacionalista, pero rechazo que un tema tan complejo se pueda despachar de modo tan simplista como pretenden algunos". "Un poco de rigor y seriedad, por favor", reclama.

LA VIDILLA DEL 'PROCÉS'

En su opinión, la distorsión del diagnóstico de los intelectuales sobre la cuestión nacional ha ido pareja a la evolución del país. "Tras el plan Ibarretxe, se radicalizaron y empezaron a aplicarle al nacionalismo las fórmulas que usaban contra el terrorismo. El 'procés' les ha devuelto la vidilla. No hay nada que les excite más que atacar al nacionalismo catalán, pero siempre desde la descalificación facilona, nunca entrando en los argumentos", se queja.

Comparando lo que algunos creadores de opinión como AzúaSavaterEspada o Félix Ovejero escribían en la prensa hace 30 años y lo que escriben ahora, el profesor observa una "clara derechización" de sus planteamientos. "No tengo nada en contra de la evolución ideológica, pero cuando tantos siguen el mismo camino, lo veo sospechoso. Es como si quisieran ir a la moda", señala. Aun así, dice, "es una opción respetable. Lo que no encuentro defendible es la visión moralista que tienen de la política. Como si sus postulados, que no confrontan con la realidad, fueran los únicos dignos de ser admirados. Y si los confrontan y ven que no se corresponden con la realidad, entonces se lamentan de vivir en un país de borregos", añade.

NO DIGIEREN LA CRÍTICA

La supremacía moral de algunos de estos articulistas es, precisamente, lo que más indigna al politólogo. "Consumidos por la vanidad de los personajes que han creado, aceptan muy mal la crítica. Cualquier desacuerdo lo entienden como un ataque personal. En cambio, ellos actúan con total impunidad, les sale gratis opinar sin basarse en la realidad -denuncia en el libro-. Saben que digan lo que digan, por muy arbitrario o absurdo que resulte, nadie les va a mover la silla".

En un país tan dado al pimpampum como este, nadie hasta ahora había emitido una crítica tan severa contra la sagrada intelectualidad nacional. Sánchez-Cuenca tiene claro el efecto que le gustaría que tuviera su libro-bomba, y el que no. "Ojalá sirva para agitar el panorama y elevar el nivel del debate público. En los últimos años se ha hablado mucho sobre la necesidad de regenerar a la clase política del país. Ya es hora de que planteemos la regeneración de la clase intelectual", sugiere.

El riesgo, dice, es que su llamada de atención sea ignorada o solo genere un fuego cruzado de reproches. "Si se produce, y es con argumentos, me encantará debatir. Yo también cometo errores y agradezco que me los señalen", dice. De momento, el único que le ha contestado ha sido Jon Juaristi, quien desde su columna de 'ABC' le ha tachado de "frecuentar 'herriko tabernas'" y le ha recomendado coger "un pico y un azadón". "Este es el nivel", suspira el profesor.

LA ORLA DE INTELECTUALES

MARIO VARGAS LLOSA

"El contraste entre la novela de Vargas Llosa y sus artículos sobre política no puede ser mayor. Lo que en su literatura es sutileza se transforma en la prensa en opiniones esquemáticas y superficiales. Los artí­culos en los que expone el catón liberal tienen un aire de catecismo laico y de manual soviético de materialis­mo dialéctico".

ARTURO PÉREZ-REVERTE

En referencia a un artículo publicado por Pérez Reverte en 2009, en el que este denostaba a toda la clase política: "El tono del artículo recuerda al de un borracho que continúa su perorata cuando todos los parroquianos ya han regresado a sus casas y el bar está a punto de cerrar".

JAVIER CERCAS

En referencia a un artículo de Cercas en 'El País', Sánchez-Cuenca señala: "Muchas de las afirmaciones empíricas que realiza son inexactas y los argumentos que ofrece, pobres e incompletos. No cuesta tanto afinar con los datos, documentarse un poco y refinar los argumentos. ¿Conoce Cercas los debates sobre este asunto?".

ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Sobre su libro 'Todo lo que era sólido': "Un primer problema es la incoherencia entre los propósitos que anuncia y los análisis que ofrece. El libro contiene múltiples errores de hecho, errores que, por sepa­rado, no tienen gran importancia, pero que sumados todos pueden llegar a distorsionar gravemente la realidad".

FERNANDO SAVATER

"Savater ha exigido, con la gruesa ironía que estila, que todos los demás sigan su mismo rumbo: comprender a Batasuna en los años más duros y criminalizarla cuando podía ser útil para que ETA abandonara definitivamente la violencia. ¿Para llegar a un rancio españolismo era preciso pasar por todos los colores del espectro ideológico?".

FELIX DE AZÚA

"Yo no sé cuántos artículos malos tiene que escri­bir Félix de Azúa sobre política antes de que alguien reconsi­dere su talento como articulista. Resulta sonrojante que se lea un libro ligero sobre la crisis escrito por un autor de éxito, Michael Lewis, y dedique un artículo a relatarnos su descubrimiento".

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