EL ROMEA ACOGE 'EN EL ESTANQUE DORADO'

Héctor Alterio y Lola Herrera: «La obra tiene más humor y es más profunda que la película»

Lola Herrera y Héctor Alterio, ayer en el Teatre Romea, donde representarán 'En el estanque dorado' a partir del día 25.

Lola Herrera y Héctor Alterio, ayer en el Teatre Romea, donde representarán 'En el estanque dorado' a partir del día 25.

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Dos monstruos de la interpretación por primera vez juntos en escena. Les dirige Magüi Mira en En el estanque dorado, que llega el día 25 al Romea.

 -La historia es conocida por la película de Mark Rydell con Henry Fonda y Katharine Hepburn. ¿Difiere mucho la obra?

-Héctor Alterio: Sí, el autor, Ernest Thompson, nunca estuvo de acuerdo con la película. La obra teatral es mucho más profunda, incisiva y con más sentido del humor.

-Lola Herrera: Sí, Héctor dota a su personaje, Norman, de un humor con tintes negros. Él también tiene un humor muy peculiar y bueno, siempre saca punta a las cosas.

-Norman está obsesionado con la muerte. ¿Y ustedes?

-H. A. No soy tan pesimista. Dejo que la vida siga su curso, aunque claro que pienso, pero no me afecta. En mis fantasías delirantes, creo situaciones de cómo reaccionaría mi entorno a mi muerte, pero divertidas.

-L. H.: Hace muchos años tuve que ir a terapia porque le tenía pánico, me horrorizaba. Ya lo acepté como un proceso natural. A veces incluso  piensas que es una situación de paz, de tranquilidad, donde se acaba todo, se cierra el ciclo.

-La obra aborda el vacío que para algunas personas llega con la jubilación. No es su caso. ¿No piensan abandonar nunca el oficio?

-H. A.: Si tuviera una jubilación holgada, pero pensar que tendría que vivir con una miserable limosnita. Mientras me maneje con las piernas y la cabeza, no pienso jubilarme.

-Si les toca la lotería, ¿lo dejarían? 

-H. A.: Yo creo que sí. Pero me tiene que tocar un buen pedazo.

-L.H.: Yo no. Héctor tiene la vida muy organizada y maravillosa, una pareja de toda la vida estupenda, algo que yo no tengo. Yo en mi trabajo he ahogado mis carencias de otras cosas. Tengo muy mezclado el teatro con la vida y me resultaría difícil dejarlo. Sentiría un vacío extraño. El teatro es mi refugio, es mi gratificación, mi encuentro con muchas cosas que no he tenido.

-¿Cree que se enamoró de las personas equivocadas?

-No acerté o no acertaron nunca. Pero ya es una cosa lejana. En la soledad, entre comillas, he encontrado muchas satisfacciones. Estoy muy bien sola. Cuando era más joven pasé épocas de sentir esa carencia, aunque he tenido mis historias, mis amores. Ahora sé valorar la soledad: cierro la puerta de mi casa y me encanta. No necesito pedir permiso para nada. El plural lo dejé hace mil años, me hubiera gustado tenerlo, pero mi vida ha sido en singular.

 -Sí, y los adoro, pero no quiero ser una carga. Deben vivir.

-Usted sí, señor Alterio, como el matrimonio de la obra, lleva medio siglo con su mujer. ¿Cuál es el secreto?

-Respetar la libertad de cada uno, no tener una atadura. Cada uno hace su vida dentro de la comprensión, aceptación y disfrute.

-L. H.: Yo también creo en la pareja, aunque no me han salido bien las cosas. Es un equilibrio en la vida, en condiciones buenas, claro. Cuando se mantiene lo esencial, el respeto y  la confianza, es un invento maravilloso. Para crear una familia, mejor dos. Los hijos necesitan a ambos.

-La obra incide en padres que no conocen bien a los hijos. ¿Es su caso?

-L:H: De los hijos nunca lo sabes todo, pero es normal. Yo quería mucho a mis padres y les tenía mucha confianza, pero muchas cosas las compartes con otra gente.

-Sus hijos [Ernesto y Malena Alterio, y Natalia Dicenta] han seguido su profesión. ¿Contentos?

-H. A.: Yo no quería. A mí me resultó muy traumático trabajar desde muy pequeño. Hijo de inmigrantes italianos, fui el único sostén de una madre viuda. No pude estudiar y me hubiera gustado ser músico, científico, cosas inalcanzables en mi época. Quise que mis hijos tuvieran una formación más sólida. Fueron a la universidad, y luego, cuando decidieron ser actores, ya no tuve más remedio que aceptarlo. Pero tuve suerte, les fue bien y son buena gente.

-L. H.: A mí me pareció bien que Natalia se dedicara a esto, siempre se ha preparado y es culta. Lo importante es que hagan lo que les gusta.