Goya luce en la National Gallery

LONDRES La pinacoteca reúne setenta retratos del genio aragonés, varios de ellos inéditos en Gran Bretaña

Unos visitantes miran, en el centro, 'Los duques de Osuna', de 1788.

Unos visitantes miran, en el centro, 'Los duques de Osuna', de 1788.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

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Es la primera vez que la duquesa visita Londres. A María Teresa de Silva Álvarez de Toledo, Duquesa de Alba, la retrató Goya en 1797. Cayetana posa mirando de frente, vestida de maja, con peineta y mantilla negra de blonda, la cintura ceñida con un fajín rojo y los dedos ensortijados. Uno de esos dedos apunta al suelo donde dice: «solo Goya». El lienzo pertenece a la  Hispanic Society of America, con sede en Nueva York, y jamás había salido antes de Estados Unidos. Ahora ha sido cedido como un préstamo a la National Gallery, donde hoy se inaugura la gran exposición de otoño. Una muestra dedicada a la carrera como retratista del genio aragonés, con un total de setenta trabajos, pertenecientes a colecciones públicas y privadas de todo el mundo. El museo del Prado ha contribuido con diez lienzos.

«Hemos querido realzar el papel de Goya como uno de los más grandes retratistas de la historia», afirma Xavier Bray, comisario de la exposición. «Lo que lo hace tan grande es su manera poco convencional y aguda de revelar el interior de sus modelos, incluso en los que hizo de la aristocracia o la familia real».

La trayectoria de Goya dio un gran giro cuando a los 37 años recibió el primer encargo importante: el retrato en 1783 del conde de Floridablanca. Hasta entonces el pintor era sobre todo conocido como un artista religioso y  como diseñador para la Real Fábrica de Tapices. Le faltaba aún el éxito y el reconocimiento que vendrían más tarde. Con los retratos aumentó su dimensión artística y entró además en los círculos de la alta sociedad española incluida la Corte.

En las siete salas que le dedica la National Gallery están algunos de  los personajes más relevantes de la historia española a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Reyes como Carlos IV vestido para ir a cazar, o el déspota Fernando VII.  «Es un Goya que se relaciona con la realeza, pero también con la aristocracia, los poetas,  los personajes de la ilustración y los  íntimos de su familia», señala Gabriele Finaldi, nuevo director de la National Gallery, que durante 11 años fue director adjunto en el Museo del Prado.

Goya supo navegar entre bandos enfrentados en tiempos turbulentos y difíciles. En 1813 pinta al Duque de Wellington, que logra expulsar a José Bonaparte. Pero también había estado vinculado a los franceses en Madrid. «Es un artista que se mueve con cierta habilidad en un ambiente muy complejo, hasta que decide  marcharse  y acaba sus años en Burdeos», apunta Gabriele  Finaldi.

Uno de los cuadros más emotivos es Autorretrato  con el doctor Arrieta, de 1820, con el que Goya, enfermo, quizás de tifus, le daba las gracias a su médico. Ocho años más tarde murió, pero esa última etapa está considerada como una de las más fructíferas de su  carrera.