ADAPTACIÓN DE UNA NOVELA DEL AUTOR AUSTRIACO

Gonzalo Cunill despedaza a la élite artística en 'Tala'

El actor brilla en la Sala Beckett como narrador y alter ego de Thomas Bernhard en un montaje de gran intensidad

Gonzalo Cunill, el único intérprete de 'Tala', un montaje sobre la novela de Thomas Bernhard.

Gonzalo Cunill, el único intérprete de 'Tala', un montaje sobre la novela de Thomas Bernhard. / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Toda la mentira de la comunidad artística e intelectual de Viena y, por extensión, la de la sociedad burguesa que la circunda aparece retratada, y despedazada, en 'Tala', la teatralizada novela del controvertidoThomas Bernhard.El autor no deja títere con cabeza pero se muestra autocrítico al referirse a la relación con un sistema al que ni admite ni soporta. Traducida porMiguel Sáenz y adaptada porAntonio Fernández Lera y porGonzalo Cunill, el único intérprete del montaje de su compañero de aventuras Juan Navarro,la obra brilla con luz propia en la Sala Beckett.

La clave de la historia está de una cena organizada por un mecenas en honor de un actor del Burgtheater vienés. La convocatoria se produce el mismo día que en el que acaban de enterrar a Joana, una bailarina fracasada, que había optado por el suicidio como única salida a su insoportable situación artística y personal. Son dos actos con los mismos participantes separados por unas horas de diferencia y en cuyo ceremonial pesan más las apariencias que la dramática realidad.

PRIVILEGIADA ATALAYA

El contraste es demoledor y para darle forma se sobra y basta unexplosivo Cunill, que ejerce de narrador y 'alter ego' deBernhard. Sentado en un sillón de orejeras o dando vueltas a su alrededor, se pregunta qué está haciendo un creador como él en un sitio como ese. Y desde su privilegiada atalaya aprovecha la oportunidad para despellejar a los comensales y destrozar una manida forma de hacer teatro. El texto alude a los artistas comprados-talados por el estado-sociedad.

Para ambientar la hora y media de la función, y dar algún respiro al protagonista, el montaje utiliza una pantalla con imágenes de una máquina que machaca unos grandes peces, un bonsái y unas botellas alineadas en el suelo sobre unos palés que Cunill va desplazando a empellones en sus momentos de ira. Es un recurso metafórico pero que no aporta gran cosa al desarrollo de la tesis de una obra indignada. La vigencia de la denuncia a una trasnochada élite sabiamente dosificada por el lúcido neurótico en que se transforma Cunill es suficiente para edificar sin aderezos una intensa representación.