El garrote del IVA cultural

Tengo entendido, por fuente confidencial autorizada, que si el pasado viernes el Gobierno central no subió el IVA reducido de los productos de primera necesidad, ello no se debe a las perversas intenciones anunciadas y publicadas (la cuestión es hacer caso omiso a Europa y pasar de incrementar el tipo general hasta que no haya más remedio), sino por imposibilidad técnica. Así que el garrote no ha caído pero está en el aire, sobre las cabezas de casi todos los sectores, incluida la prensa diaria (alerta pues compañeros periodistas).

El Cercle de Cultura ha emitido un comunicado advirtiendo del gravísimo peligro que supone para el consumo cultural, ya que provoca de manera inmediata, como se advierte, una contracción de la demanda. Si añadimos la amenaza (de hecho, anuncio) de varapalo del IVA al que ya se ha producido en forma de reducción de los presupuestos de las administraciones públicas, obtendremos un panorama de extraordinarias dificultades.

En toda Europa, como especifica el comunicado, los bienes de la cultura disfrutan, como el pan que comemos, de un tipo reducido. Si España se convierte en excepción, lo que sucederá indefectiblemente si una improbable sensibilidad social no lo esquiva o aplaza, no será por ignorancia de los efectos muy negativos que produciría, sino con pleno conocimiento de causa.

Ya conocemos la agresividad histórica del poder español, de manera especial la derecha, contra la cultura. De la España tridentina al «que inventen ellos». Pues bien, este capítulo significaría, además, reencontrarse con las esencias más rancias de la nación. El cine ya se encuentra bajo la insufrible presión de la disminución del apoyo y los cambios legislativos que lo protegían. Ahora se añadirían, de entrada, el libro y el teatro.

En el fondo, se trataría de una agresión al pluralismo crítico. Garrote y mordaza, al mismo tiempo. ¡Ay!