Frank Zappa, la huella de un librepensador

Las memorias del autor de 'Peaches in Regalia' recuperan a un creador con una mirada ácida a la música y la vida

La huella de un librepensador Zappa_MEDIA_2

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Lejos del volumen autobiográfico tendente a agigantar los rasgos heroicos de su autor y iluminar al mundo con profundas reflexiones, el libro de memorias de Frank Zappa es tan excéntrico como lo fue el músico de Baltimore, fallecido en 1993. Una obra de rasgos freaky, dispersa, construida a base de retales de memoria, heterodoxa en su edición (tipografías cambiantes, viñetas e ilustraciones), pero disfrutable y representativa tratándose de este librepensador del rock, autor de la pieza psicodélica Peaches in Regalia (1966).

Se agradece que esta edición de La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias (Ed. Malpaso), firmada junto al periodista Peter Occhiogrosso, respete la complejidad y riqueza de la edición original en inglés, que tuvo lugar en 1989, mucho antes de que irrumpiera la moda de las autobiografías de estrellas del rock. Aunque si el libro tiene un aire de cómic no es solo por los recursos gráficos utilizados, sino también porque Zappa cuenta su vida con cierta actitud humorística, como si fuera un extravagante colaje.

Empezando por los detalles que precisa sobre su familia de ascendencia siciliana, griega, árabe y francesa, con un padre que trabajaba de meteorólogo en una base militar y que traía a casa material del laboratorio. «Una cosa que me encantaba era verter el mercurio en el suelo y darle con un martillo, con lo que lo salpicaba todo», recuerda, de modo que imaginamos al pequeño Franky saboteando su hogar como años después haría con la tradición de la música popular. Años más tarde le vemos en la cárcel, condenado por «conspirar para hacer pornografía» tras filmar una película sin ninguna escena explícita, aunque, eso sí, con «media hora de gruñidos fingidos y ruidos de muelles de cama».

Rock'n'roll y vanguardia

Es en esas escenas cuando pensamos que, de no haber sido músico, Zappa podría haber aplicado su ingenio y voluntad de romper moldes a cualquier otro campo. Pero lo fue, y sus fuentes de alimentación se situaron en un cruce de cables del rock'n'roll y la vanguardia de Edgar Varèse, cuyo estridente Ionisation (pieza para trece percusionistas) fue el primer álbum que se compró. Para disgusto de su madre, que le prohibió ponerlo en el tocadiscos del comedor.

Luego nos vamos encontrando con el observador sarcástico de la civilización: San Francisco era una ciudad «chovinista y etnocéntrica», donde se desarrollaba, dice irónicamente, «la auténtica movida», y él prefirió Los Ángeles, que era «mucho más estrafalaria». En ocasiones, Zappa prioriza el desfile de personajes lunáticos, los choques policiales por llevar el pelo largo o las experiencias con groupies (como las GTO, Girls Together Outrageously) sobre situaciones con mayor potencial: de su encuentro con Jimi Hendrix solo recuerda que su esposa Gail le cosió un pantalón. ¿Eso fue todo?

En el corazón del libro va asomando el Zappa que se rebela ante lo que considera intromisiones del Estado en su vida, que ridiculiza la figura del fumador pasivo («pura fantasía») y dedica largas páginas a las «guerras del porno». Un episodio que le enfrentó con la asociación de padres presidida por Tipper Gore (esposa de Al Gore) por el contenido supuestamente sexista de sus letras.

Frentes políticos

El Zappa ácrata, que denuncia el acercamiento de iglesia y Estado en los años de la administración Reagan, que defiende el derecho a consumir drogas. Se va poniendo más y más serio en esa recta final de sus memorias, cuando sumirada se torna ácida («la estupidez tiene cierto encanto, la ignorancia no») y se le advierte indignado ante el papel de Estados Unidos en la política internacional, en particular en los frentes centroamericanos.

Las memorias se cierran con un Zappa politizado, que invierte sus recursos sarcásticos para arremeter contra el gobierno republicano. El joven experimentador de los 60 se había convertido en un enojado analista, pero ambos personajes se miraban de reojo: todo formó parte de una obra, de una vida.