Retrato de un país en ruinas

El veterano cineasta Fernando Pérez refleja la vida cotidiana de los cubanos en 'Últimos días en La Habana', que conquistó la Biznaga de oro en Málaga y el premio del público

El cineasta cubano Fernando Pérez, el jueves en la Casa de América, en Madrid.

El cineasta cubano Fernando Pérez, el jueves en la Casa de América, en Madrid. / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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Fernando Pérez es el mejor cineasta cubano vivo. No pudo viajar al festival de Málaga, donde su última película, 'Últimos días en La Habana', se alzó (muy merecidamente) con el premio gordo: la Biznaga de oro al mejor filme latinoamericano. Uno de los protagonistas, Jorge Martínez, sí que acudió al certamen. Al ver la reacción del público y la prensa cuando se proyectó el filme llamó por teléfono al director para contárselo. Los dos se emocionaron hasta las lágrimas.

La película también es eso, emoción pura. El retrato de un país en ruinas. La historia de unos supervivientes, un hombre enfermo que quiere comerse la vida pero no puede. Es homosexual, el sida le está matando y le tiene postrado en una cama. Y otro, su amigo y cuidador, está sano pero es un muerto en vida, solo quiere escapar a EEUU y vive pendiente de que el cartero le traiga el visado. Si uno no ha viajado nunca a Cuba, ver la película es una oportunidad para hacerlo.


El cineasta, de 73 años, nació y vive en La Habana. Tiene tres hijos ya mayores. Dos de ellos emigraron (uno a EEUU y otra a Valencia). Pero él no deja Cuba. Solo cuando tiene que viajar por motivos profesionales. Como ahora, que ha desembarcado en Madrid para presentar el filme, brutal retrato de la vida diaria de los cubanos. El destartalado y bullicioso edificio donde viven los protagonistas, una especie de corrala, no es un decorado. Es real. Las clases sociales están mezcladas. Un gay, un traficante, un ingeniero informático y una familia con niños pueden convivir en el mismo bloque, donde la vida se hace de puertas para afuera y donde la intimidad no tiene apenas cabida. “Las escenas que se ven en la película son escenas reales”, afirma Pérez, que cada día se patea La Habana.

Sus experiencias personales también están plasmadas. Por ejemplo, aquella vez que estaba completamente apesadumbrado y bajó a un supermercado a hacer la compra. Le recibió una cajera sonriente que no dejaba de bailar y cantar la canción que sonaba en el establecimiento a todo volumen. La cajera le estaba diciendo con lenguaje no verbal que no hay de qué preocuparse si uno puede moverse al ritmo de la pachanga. Es lo que le sucede cuando baja al supermercado a uno de los dos protagonistas, el muerto en vida (interpretado por Patricio Wood). “Él es una especie de antihéroe. Ayuda y cuida de su amigo enfermo, pero es incapaz de expresar emociones. Es noble, pero está herido y el espectador no sabe por qué”, comenta el director. El otro protagonista, sin embargo, está lleno de ilusiones y de vida a pesar de su enfermedad. Está clavado en una cama pero quiere seguir disfrutando del sexo. “No juzgo a ninguno de los dos personajes. Espero que los espectadores tampoco. Lo que sí que gustaría es que trataran de comprenderlos”, añade.

¿UNA PELÍCULA POLÍTICA?

¿Es ‘Últimos días en La Habana’ una película política? Sí y no. “Sí, en el sentido de que todo en la vida tiene algún sentido político. Y no porque mi intención no es la de dar un discurso político sino reflejar un contexto social”, responde Pérez, que ha tenido “plena libertad” para rodar el filme. De hecho, en toda su carrera nunca ha tenido impedimientos políticos para hacer su trabajo, salvo a la hora de programar sus cintas. “Hay gente que tiene problemas a la hora de entender qué es la cultura” critica el director de 'Suite Habana'.

A pesar de reflejar un país y una ciudad en ruinas, Pérez asegura que 'Últimos días en la Habana' no es una película pesimista. Tampoco optimista, sino realista, como él. “No muestro todo mi país, sino una parte de él. Enseño la vida cotidiana de la gente, de seres anónimos que nunca salen en las noticias”, afirma el cineasta, que ha ubicado la película en una Cuba sin Fidel Castro, cuya muerte, a su juicio, no ha hecho que las cosas cambien.