NOVEDAD EDITORIAL

El novelista irresponsable

El novelista holandés Herman Koch, autor de 'La cena', hace que en su último libro, 'Estimado Señor M.', la ficción acabe haciendo daño en la vida real

El escritor holandés Herman Koch

El escritor holandés Herman Koch / JOSEP GARCIA

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El autor holandés Herman Koch (1953) obtuvo el reconocimiento internacional con su novela ‘La cena’, basada libremente en el asesinato de una mendiga en un cajero automático de Barcelona, unos hechos que conoció gracias a su vinculación familiar con la ciudad. En su última obra, ‘Estimado Señor M.’ (Salamandra / Amsterdam), un escritor famoso utiliza de forma nada ejemplar para su libro más conocido un suceso, la desaparición de un profesor tras un encuentro con dos de sus jóvenes alumnos, haciendo recaer las sospechas sobre ellos con unas consecuencias finales imprevisibles. Años después él disfruta de su fama y los efectos de lo que escribió acaban volviéndose contra él.

¿Tiene algo de autocrítica? “Más bien es un recordatorio de que como autor tienes una responsabilidad hacia la verdad pero también hacia las personas que conviertes en ficción. Has de poner siempre mucho cuidado en la utilización de los hechos reales y asegurarte de que en realidad no vas a perjudicarlas”, responde Koch. Aunque precisa que en ‘La cena’, al menos que él sepa, no llegó a cruzar esa línea: “Queda más claro en ‘La cena’ que es ficción porque lo enfoqué más en los padres y menos en los chicos y en los hechos”, añade.

Sin embargo, Koch cree que la ficción ha de poder entrar en ese terreno pantanoso. Que la realidad no debe ser terreno acotado para el periodismo, la crónica y la no ficción estricta y documentada, y que el novelista ha de correr el riesgo de rozar esa línea roja. Y aunque no sea ético, comprende que a veces se traspase. “Entiendo muy bien la tentación de un novelista de hacer de su ficción la mejor ficción posible; si la historia gana en fuerza dando por bueno que han sucedido unos hechos que no se pueden comprobar, siempre va a elegir esa versión aunque alguien sea víctima de esa ficción”.

SIN DEJAR PISTAS

En su libro, con todo, el hombre cuya vida acaba convertida en un infierno por culpa de la obra del escritor tiene a su vez unas cuantas cosas de las que avergonzarse. "En este libro, todos son víctima y verdugo al mismo tiempo", añade. Y mejor no entrar en detalles porque la novela, que podría ser una reflexión sobre el papel del escritor, es también un libro que mantiene un cierto suspense hasta el final. Y a través de un curioso método de escritura. “La trama tiene que tener algo para que no te aburras, no solo el lector sino también el escritor. Yo he de poderme levantar cada mañana y pensar qué sucederá. Porque yo no hago esquemas de antemano. Durante dos años no tenía ni idea de qué le sucedería al profesor desaparecido y se me ocurrió tres meses antes de acabar la novela. La ventaja de no saberlo es que el lector tampoco lo sabrá, porque no hay ninguna indicación. Si el escritor sabe qué pasará, seguro que dará pistas".

SÁTIRA

'Estimado Señor M.' es también una sátira sobre un colectivo respetable, el de los profesores, igual que en sus anteriores libros ironizaba sobre cocineros de moda o médicos. "Algunos profesores creen que están en un oficio que los pone por encima de los demás. Ridiculizar un poco esto me venía de gusto", admite. Aunque, asegura, no se trata de una novela en clave, en algunos personajes se puede reconocer a Harry Mulisch, a Cees Nooteboom y a sí mismo. "Yo también he hecho un autorretrato, ese escritor viejo puedo ser yo a los 80 años; o es más bien cómo yo no quiero ser a los 80”, precisa. Ese autor tiene en casa una "trophy wife" que lucir. "Es algo que pasa a menudo. ¡Mira a Vargas Llosa en las portadas del '¡Hola!", dice, riendo.