Leiva: "No hay que pedir perdón por hacer una balada"
El cantante y guitarrista, excomponente de Pereza, presenta 'Monstruos', su tercer disco en solitario, con dos conciertos en Razzmatazz
Jordi Bianciotto
Periodista
JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA
La carrera de José Miguel Conejo, Leiva, el que fuera cómplice de Rubén Pozo en Pereza, da un paso al frente con ‘Monstruos’, su tercer disco en solitario, que le reafirma entre los modismos rockeros y el sentido melódico. Lo presenta el viernes y el sábado en Razzmatazz.
Esos ‘monstruos’, ¿son los miedos que uno tiene dentro? Sí, soy un tipo aprensivo, hipocondríaco, y eso me hace escribir, y últimamente me alío con esos miedos en lugar de combatirlos. De eso habla este disco.
Así que le ha salido un repertorio un poco existencial. Sí, es un disco honesto, en el que me aparto de querer gustar, de convencer a alguien de algo. Me he quedado tranquilo.
¿Antes sí que componía deseando gustar y convencer? Si alguna presión he tenido ha sido la de querer colarme en lugares donde no me había colado. Y esa sensación ya no la tengo. He asumido que mi música va a gustar o no. Parece una tontería, pero eso ha sido muy liberador.
Con Pereza su destino natural era el circuito de clubs de rock’n’roll y, en cambio, se convirtió en un grupo ‘superventas’. ¿Por qué cree que fue así? Nunca he sentido que militara en una banda de rock’n’roll, al final he sido un tipo muy cancionero. El éxito, que para mí es vivir de la música, lo atribuyo a las canciones, a no preocuparme por el estilo. Eso es lo que ha conectado con la gente. Ni tengo una voz prodigiosa y soy un virtuoso.
Sus letras tienen romanticismo. Este disco menos: es más de relaciones humanas más allá de lo sentimental, de movimientos vitales por dentro. No sé si llamarlo romántico.
El estribillo de ‘Sincericidio’ hay un contundente “te quiero”. Sí, me daba terror…
¿Se lo pensó dos veces? ¡Y cien! Siempre he tenido prejuicios con decir ‘te quiero’ en una canción, no suena igual que ‘I love you’. Tenía la sensación de que sonaba natural, tuve dudas, hice unas llamadas a mis ‘consiglieri’ y me decidí. Nunca pensé que diría ‘te quiero’ en un estribillo…
¿Su educación musical es esencialmente rock en inglés? Y mucha música en castellano, y rock argentino. Tuve un compañero de colegio argentino y descubrí a Spinetta y a Charly (García), y a Viejas Locas, Intoxicados, Sumo, Los Redonditos de Ricota… En los textos he escuchado mucho a Joaquín (Sabina) y Andrés (Calamaro). Los anglosajones, como Dylan, Cohen y Waits, me han entrado más por la música.
Como dice, ‘Monstruos’ va de su mundo interior. ¿No teme que resulte opaco desde fuera? Sé que quizá no todo el mundo lo entenderá todo a la primera. Tengo un debate interno sobre si me expongo demasiado. Hay que encontrar el equilibrio. Cuando termino un disco siento que he contado más cosas de las que hubiera querido.
Parece que desea reivindicar la balada rock. Me salen así. Lo que más me gusta de Lennon es eso, ‘Mother’, ‘God’ o ‘Love’. No creo que haya que pedir perdón por hacer una balada. El disco lo concebí un poco más sofisticado de cómo ha acabado siendo. Las maquetas las grabé con guitarra acústica y un mellotrón que compré en Alemania.
¡Un mellotrón! El antepasado del sintetizador. Bueno, es un ‘sampler’. Los originales tenían solo 15 o 20 sonidos y los de ahora tienen muchos más digitalizados. Ya no es la cinta aquella dando vueltas, pero sí que están esos sonidos de flautas de ‘Strawberry fields forever’ y esas cuerdas antiguas.
Ha producido el nuevo disco de Sabina, ‘Lo niego todo’, que saldrá en primavera. ¿Cómo respiran esas canciones? Pues me da la sensación de que recupero a un Joaquín más cantante, menos contador de historia e intelectual, y quizá un poco más urgente.
¿Y aguanta su voz? La voz es la que es, pero lo que he trabajado mucho es que volviera a cantar melodías y a recuperar ‘riffs’ en las canciones. La idea de Joaquín era hacer un cambio. Montaremos una banda nueva.
Hace cinco años que se terminó Pereza. ¿La distancia le da otra visión sobre el final del grupo? Es tan fácil como que no nos poníamos de acuerdo en el repertorio. En el último disco, él creía mucho en sus canciones y yo en las mías, y tendríamos que haber hecho un doble con 30 canciones y según un criterio que ya no habría sido musical. Decidimos parar. Pero seguimos siendo muy amigos.
¿Los grupos son para los muy jóvenes? Me gusta pensar que no pero es verdad que eso ocurre. Las bandas que funcionan es porque tienen un líder que toma decisiones y los otros asumen su rol. Incluso dos cabezas pensantes me parecen muchas.
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