El Drogas y su incontinencia

Del taller a estrella del rock. La vida de El Drogas es una continua superación. Enrique Villarreal (Pamplona, 1959), su nombre real, ha sorteado una dura etapa personal y profesional saliendo fortalecido. Más sabio. Y más incontinente. A la publicación de un triple compacto con 24 temas, 'Demasiado tonto en la corteza', y al poemario 'Tres puntadas' suma la edición de un epé en el que regraba con un sonido más cañero piezas míticas de Barricada, la banda que lideró durante más de 30 años. El trabajo, que incluye 'En la silla eléctrica', 'Barrio conflictivo', 'Mañana será igual' y 'Matilde Landa', se regalará la noche del viernes 10 a todo el que compre una entrada para su concierto en la Faktoría d'Arts de Terrassa.

"Es una fórmula que me viene muy bien. Y que vivo como una celebración: por fin tengo el permiso de volver a cantar y regrabar estas canciones que siempre he sentido como mías", explica el cantante y bajista. ¿Y qué dicen el resto de integrantes de Barricada? "No lo sé. Tendrás que preguntárselo a ellos. No nos hablamos".

Contra el mangoneo político

El sencillo de este trabajo es la contundente 'La silla eléctrica'. ¿A quién sentaría usted allí? "A los que se dedican al mangoneo político y social, a tanto político psicópata que nos gobierna", contesta. De hecho, en el combativo compacto 'Matxinada' (que incluye en su triple CD) no deja títere con cabeza en la derecha española (José Ignacio Wert, Rodrigo Rato...). "Y la de gente que se quedó fuera. Solo tiene ocho canciones y tuve que poner punto final: la realidad me superaba".

Este generoso lanzamiento de El Drogas, quien por cierto hace ocho años que ha "dejado hasta el alcohol" y aboga por "la legalización de las drogas", cuenta también con el álbum 'Y glam', el más divertido, y con el emotivo 'Alzhéimer', en el que con un sonido más clásico rescata recuerdos perdidos entre densas guitarras y melodías british.

La memoria del Alzhéimer

Coincidencias del destino, El Drogas fue abuelo casi al mismo tiempo que a su madre le diagnosticaron esta dura enfermedad. "No puedo separar los sentimientos que me produjo tener un nieto a lo que le sucede a ella. Sus encuentros son de las historias más bonitas que me han pasado".

"Cuando estamos con ella, solo sabe que somos su gente -sigue relatando-. No distingue si soy su hijo, marido, hermano... Yo le acaricio. Mucho. Y le hago reír. Aunque a los tres segundos ni se acuerde. Tengo que estar constantemente improvisando para que vuelva a reír. Y qué bonita risa tiene".