Ángeles Blancas

«Detesto el aburrimiento en el escenario»

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CÉSAR LÓPEZ ROSELL
SANT FELIU DE GUÍXOLS

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Después de triunfar en el Festival de Mérida con su debut en la ópera Salomé de Strauss y de asombrar en Peralada con sus cualidades tímbricas y vocales en el homenaje al compositor bávaro, Ángeles Blancas (Mú-

nich, 1965) actúa hoy en el Festival de la Porta Ferrada. La soprano española más internacional de su generación ofrecerá en la iglesia del monasterio de Sant Feliu, acompañada al piano por Giovanni Auletta, una muestra de su versatilidad con un programa de obras francesas y del británico Vaughan Williams.

-Un nuevo desafío después de un verano intenso.

-Interpretaré un recital con piezas francesas de Ravel y Duparc  y el ciclo de nueve canciones de Songs of travel, basadas en poemas de R. L. Stevenson.

-¿Qué tiene de particular este repertorio?

-La música de Ravel  respira y es muy sensitiva. Vaughan Williams me permite ofrecer un completo viaje musical interior, algo que suelo hacer en la segunda parte de mis conciertos.

Usted es osada y no rehúye el riesgo.

-Me gustan los retos, pero mis apuestas nunca son gratuitas. Parto siempre de un estudio profundo de las obras. Me gusta investigar y reinventarme.

-¿Qué es lo que nunca haría en un escenario?

-Detesto el aburrimiento en el escenario. Por eso cuando trabajo con directores que saben lo que quieren, me siento a mis anchas. No me sucede lo mismo cuando predomina el sinsentido o el capricho personal.

-Paco Azorín, director de Salomé, ha dicho de usted que tiene energía sísmica.

-Supongo que se refería a lo profundo e instintivo de mi trabajo con el personaje. Salomé tiene muchos clichés y yo lo ofrecí desde mi sensibilidad y quitando dureza y violencia al canto. Con Paco nos entendimos a la perfección y esta temporada volveremos a trabajar en el Liceu con Una voce in off de Montsalvatge.

-La ópera exige cada vez más artistas con su capacidad dramática.

-La ópera es el espectáculo más completo y hay que saber compatibilizar voz con dramaturgia, pero sin olvidar que es un arte hecho para ser cantado.

-¿Qué legado les dejaron sus padres y grandes intérpretes, Ángeles Gulín y Antonio Blancas?

-El amor incondicional por la música y la idea de que esta es una carrera de fondo en la que hay estar atento a la evolución canora  y escuchar lo que te dice la voz en cada momento para actuar en consecuencia. También me hicieron entender que lo musical forma parte de la vida pero solo como un trabajo.

-Practica la pintura, la fotografía y el grabado. ¿Estas artes influyen  en su carrera?

-Tengo una visión pictórica de la música. Las palabras e imágenes están mi universo y ya estoy pensando en montar un espectáculo que relacione ambos mundos.