CRÓNICA

Aspencat, el último segundo

El grupo valenciano quemó las naves en un inflamado concierto en Razzmatazz con invitados como Àlex Seguí (La Gossa Sorda) y Feliu Ventura

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JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Hace algunos años que la onda expansiva de Aspencat desbordó las tierras valencianas y alcanzó al hipotéticamente distante público barcelonés, que este sábado se volcó en su noche de despedida. Sí, el grupo de Xaló (Marina Alta) ofreció en Razzmatazz, dentro del Curtcircuit, su último concierto antes del anunciado "parón indefinido". Noche para la historia, con ira, épica, colaboradores inesperados y un rastro de melancolía en el ambiente.

La base rítmica con ancestros jamaicanos fue el pegamento que unió una canción con la otra, la veintena de piezas sobre las cuales los dos 'frontmen', Kiko Tur e Ivan  Gosp, recorrían sus ríos de tinta realimentándose con el canto de sus seguidores. Aspencat es, o ha sido, una banda de textura sonora gruesa e invasiva, con capas de teclados, dos metales y el contrapunto más orgánico representado por el laúd y el acordeón de Hèctor Peropadre. Sonido compacto, denso, desde el cual cayeron manifiestos como 'Música naix de la ràbia' o 'Mantindré el foc', ambos de su último disco, 'Tot és ara'.

Baño de consignas

Canciones que no responden a moldes de composición muy diversos y que se asientan en poderosos fraseos de choque y en un diálogo con el público asumido como un ingrediente más de la puesta en escena. Un no parar  de declaraciones de intenciones que transmiten una posición en el mundo, a juego con las consignas que bañaron la noche: "venim de la màxima solidaritat i fraternitat", "contra l’estat feixista", "la revolució serà feminista o no serà". Citas a Estellés y presencias amigas como Àlex Seguí, cantante de otro grupo ahora en suspenso, La Gossa Sorda, en un 'medley' a través de 'Nit d’esperança' i 'Futur nuvolat'.

En 'Trenca els miralls' salió Mai, voz femenina de La Revenge, clamando contra "els cànons de bellesa / i les cadenes que et fan presa", y la agitación rítmica solo se rebajó en 'L'herència', con sus guiños líricos a Ovidi Montllor, que el grupo compartió con Feliu Ventura, "un amic de moltes batalles". De ahí a 'Batega la ciutat' y al subidón final, compartiendo la épica de 'Quan caminàvem' con vistas a los viejos tiempos y suplicando apurar todos juntos 'L'últim segon', un instante ya empaquetado para siempre en la memoria compartida.