CRÍTICA DE CINE

'Mimosas': en las montañas del alma

El director gallego Oliver Laxe no tiene reparo en dejar en dejar al espectador atrás a medida que se adentra en el agreste trayecto de su relato

NANDO SALVÀ

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Segunda película del gallego Oliver Laxe -ganadora, igual que su predecesora 'Todos vosotros sois capitanes' (2010), del premio FIPRESCI en el Festival de Cannes-, este neo-wéstern religioso no tiene reparo en dejar en dejar al espectador atrás a medida que se adentra en el agreste trayecto de su relato: una caravana transporta a un anciano moribundo a través del Atlas para enterrarlo en un lugar remoto escogido por su mítica pero incierta significancia. A medida que el grupo avanza por las montañas, se toparán con peligrosos desafíos geográficos, conatos conspirativos y despiadados bandidos.

Aparentemente inspirado a partes iguales por Herzog, Tarkovsky y 'Centauros del desierto', Laxe explora con interés parejo la esquiva topografía y las contrastadas personalidades que componen el grupo. Los personajes se van fundiendo con la vastedad del paisaje, y la misión poco a poco se revela como un viaje metafísico que quizá transcurre en un tiempo alternativo y quizá en un sueño, y cuya meta es la búsqueda de significado en un mundo que no ofrece respuestas sencillas. Como la película misma.

'Mimosas' se divide en tres secciones basadas en tres posiciones de la oración sufí, y eso no solo deja claro que su asunto es algo tan complejo y abstracto como la fe sino que, para quien esté familiarizado con esa rama del islam, proporciona pistas sobre cómo interpretar su arco narrativo. Quienes no lo estén, o quienes no sean especialmente pacientes con las películas sobre gente y burros que caminan por el desierto, contemplarla quizá sea una prueba de resistencia. Para superarla con éxito solo hace falta fijarse en su fotografía, evocadora e hipnótica e increíblemente sensual.