48º VOLL-DAMM FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE BARCELONA

Chucho Valdés y Joe Lovano, de sangre caliente

El pianista cubano y el saxofonista norteamericano inauguraron el festival de jazz de Barcelona con un feliz encuentro

Chucho Valdés y Joe Lovano, en la sala Barts.

Chucho Valdés y Joe Lovano, en la sala Barts. / FERRAN SENDRA

ROGER ROCA / BARCELONA

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Un breve apunte de historia. En 1979, cuando Fidel Castro y Jimmy Carter intentaban enfriar unos grados el conflicto entre sus respectivos países, un productor discográfico norteamericano organizó una operación de deshielo cultural: un festival de tres días en La Habana en el que compartían cartel músicos norteamericanos y cubanos, entre ellos Chucho Valdés. Al año siguiente la cosa entre Cuba y los Estados Unidos volvía a funcionar tan mal como de costumbre.

Ese productor era Bruce Lundvall, descubridor de infinidad de talentos y artífice del renacer del sello Blue Note, entre otros muchos logros. Y probablemente le hubiera gustado ver a Chucho, uno de sus músicos favoritos, junto a Joe Lovano, otro de los artistas a quien más cuidó en su larga carrera como productor. El arranque del 48º Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona fue un homenaje a Lundvall, fallecido el año pasado, y a una manera de entender el jazz en sintonía con la del festival. Un gigante de la música cubana moderna con un jazzman de ley que se adapta a todo.

HOMENAJE

El grupo, formado por músicos cubanos, junto al peso de Chucho en el festival, que le hizo oficialmente padrino hace unos años, podían hacer pensar que el encuentro se jugaría con las normas cubanas. Pero el lunes en el BARTS Valdés y Lovano dibujaron un terreno de juego común. Empezaron fogosos, a todo tren, hasta poner el freno en una balada dedicada a Lundvall, que fue, paradójicamente, la primera cumbre de la noche. Repasaron la biblia del jazz -Duke Ellington, Charlie Parker, Thelonious Monk- poniéndole a todos acento latino pero sin intentar reinventar las partituras, simplemente diciendo los clásicos a su manera intensa y muy sentida. Porque en eso el saxofonista y el pianista son almas gemelas: cuando Lovano enfila una balada a romántico no lo gana nadie…hasta que llega Valdés.

Empujado por las percusiones y un piano hipnótico, Lovano llevó al quinteto de viaje místico en una composición propia titulada, muy acertadamente, 'Eternity', hasta un lugar en el que lo de menos era si la música era más latina, más norteamericana o más swahili. Descendieron, volvieron a lugares conocidos y tocaron tierra y raíz con el bolero 'Tres palabras'. Romántico, sentido, a medida de gentes de sangre caliente, como Valdés y Lovano.