LLEGA A LAS LIBRERÍAS UN FENÓMENO LITERARIO

Niños al destierro

Christina Baker Kline novela en 'El tren de los huérfanos' la historia real de 250.000 menores forzados a migrar al interior de EEUU Hasta ahora este caso verídico había sido silenciado

Trenes del desarraigo 8Uno de los convoyes que transportaron a los huérfanos.

Trenes del desarraigo 8Uno de los convoyes que transportaron a los huérfanos.

JUAN FERNÁNDEZ / MADRID

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En el best- seller El tren de los huérfanos (Ediciones B), Chrstina Baker Kline se sirve de un personaje de ficción para novelar la historia real, pero desconocida hasta ahora, de 250.000 menores que hace un siglo fueron forzados a migrar desde la costa este de EEUU hasta los campos de labranza del interior.

Que la historia nunca la cuentan los parias lo prueba el drama humano que habita bajo este fenómeno literario. El libro que lleva vendidos un millón y medio de ejemplares en aquel país, recrea la trayectoria vital de un personaje de ficción, la nonagenaria Vivian Daly, pero cuyas experiencias son tan reales como las que vivieron durante 75 años 250.000 niños norteamericanos, protagonistas del mayor caso de migración infantil de la historia, y sin embargo hasta ahora silenciado.

Entre 1854 y 1929, en EEUU estuvo operando un servicio ferroviario del que hoy pocos tienen noticia. Se le llamó el tren de los huérfanos y estuvo dedicado a trasladar hasta las zonas de labranza del medio oeste a niños que malvivían en las calles de las principales ciudades de la costa este del país, como Nueva York. Unos provenían de orfanatos, otros habían sido abandonados por familias desarraigadas, los más habían sido enviados a América desde Europa para que escaparan de las hambrunas.

Doble misión

Aquellos convoyes cumplían una doble misión: limpiaban las calles de mendicidad y surtían de brazos un territorio falto de mano de obra tras la abolición de la esclavitud. En su recorrido por las principales ciudades del interior, los niños iban siendo tomados en adopción y sus destinos quedaban marcados por ese azar. Unos acabaron en buenas familias que les educaron y trataron con afecto; otros fueron objeto de la más dura explotación. Pero todos, hasta los más afortunados, se sintieron marcados por el estigma del desarraigo y al crecer borraron de sus memorias aquella incómoda página. Cancelado el programa de traslados, tampoco las autoridades estaban por sacar pecho de la experiencia. Un manto de silencio cayó sobre esta terrible y conmovedora historia.

Hace 12 años, la novelista británica Christina Baker Kline (nació en Cambridge, Inglaterra, pero vive desde pequeña en EEUU), de visita en casa de sus suegros, vecinos de Fargo, encontró por casualidad un recorte de un periódico antiguo que hablaba de la llegada de uno de aquellos trenes a esta localidad de Dakota del Norte. Hasta cinco miembros de su familia política aparecían mencionados en el artículo, pero ninguno de sus descendientes había oído hablar jamás de esos niños. «Me impactó la noticia tanto como el misterio que la rodeaba. Pensé que aquí había una historia digna de contar», recuerda la novelista.

Tras varios años de investigación, la autora consiguió dar con varios de los protagonistas del episodio y localizó un par de asociaciones que, modestamente y sin hacer mucho ruido, habían puesto en contacto a un puñado de aquellos menores, hoy ancianos de avanzada edad.

Sus relatos eran estremecedores. «Había de todo. A unos les había ido bien en la vida, a otros no tanto, pero a todos les costaba hablar de los trenes, tenían un conflicto emocional con aquello», recuerda la escritora, quien logró reunir hasta 300 testimonios diferentes, entre entrevistas personales a supervivientes y referencias biográficas de otros que habían fallecido. Baker Kline llegó a viajar a Irlanda, país de procedencia de muchos de los niños, para hacer el recorrido completo de sus vidas.

Fue hablando con ellos cómo descubrió el protocolo que solía seguirse en aquellos viajes. Los vagones salían llenos de niños y se iban vaciando conforme avanzaban hacia el oeste. Los primeros en ser elegidos eran los varones de menor edad. «Las niñas, sobre todo las mayores, las escogían las últimas. Se las consideraba una amenaza para la mujer de la casa. También eran rechazados los pelirrojos con pecas. Se pensaba que tendían a ser más traviesos», cuenta la autora, madre de dos niños con el pelo color zanahoria.

Hija de un historiador, Baker Kline reconoce que los testimonios podrían haber acabado formando parte de un ensayo, pero su vena novelista la persuadió de un detalle no menor. «Un libro de investigación histórica habría servido para relatar los hechos, pero no habría permitido expresar la realidad emocional que vivieron aquellos niños, y que muchos me contaron en las entrevistas», razona.

Baker Kline, que visitó recientemente España para presentar la obra, dice sentirse doblemente satisfecha: al éxito de ventas, que ha estado propulsado por el boca-oreja, se añade la sensación de haber cometido un acto de justicia histórica.