EN PEDRALBES

Revitalizante cóctel retro

El cantante Mika desató un clima de euforia y celebración

Mika, el viernes en el Festival Jardins de Pedralbes.

Mika, el viernes en el Festival Jardins de Pedralbes.

LUIS TROQUEL / BARCELONA

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Final feliz de la tercera edición del Festival Jardins de Pedralbes, con el recinto lleno hasta la bandera para ver a Mika. Prototipo de artista de la tercera vía: ni es una figura alternativa, ni su música tampoco sigue los cauces del mainstream convencional. Fiel a tan poco etiquetable tesitura abrió el concierto en anecdótica clave acústica, para acto seguido sentarse al piano y arrancarse a con la explosiva canción que le catapultó: Grace Kelly.

Tras la primera estrofa, saltó como a propulsión del taburete y el público, como en un acto reflejo, se levantó también en masa. A partir de entonces, su cóctel de ingredientes retro y sabor revitalizante mantendría el clima de euforia y celebración.

No habían pasado apenas unos minutos cuando volvió a alzarse todo el mundo con el estribillo de su último éxito, Talk about you. Casi un calco del viejo I only want to be with you de Dusty Springfield para un artista al que nunca le ha acomplejado tirar de explícitas referencias. Al cantante y compositor le sobra personalidad escénica para neutralizar cualquier objeción musical.

De voz demostró andar también sobrado: jugando con su dulce registro de barítono y su falsete chillón. Y de energía: saltando constantemente de un lado a otro hasta empaparse en sudor, subiéndose a la cola del piano para bailar con sus zapatos de brillantes lentejuelas. Lenguaraz y políglota, cantó también sus éxitos en francés, incluyó estrofas enteras en castellano y habló en catalán. Adorable y juguetón. Histriónico y rematadamente simpático.

PÚBLICO MUY HETEROGÉNEO / «¡Mika! ¡Mika!», gritaba un público de lo más heterogéneo deslumbrado ante tal derroche de estética gay. Casi de musical, el decorado le iba que ni pintado al palaciego entorno, con edificios recortados y alusiones al título de su último disco: No place in heaven. Y rescató no pocas canciones del primero: la imbatible Relax, Big Girl, Lollipop…  O ese Love today con que dilapidó todo tipo de recursos escénicos: saltar al patio de butacas, sumir en la oscuridad en recinto (lástima de las dichosas lucecitas de los móviles) e inundarlo de papelitos de tantos colores como las portadas de sus discos.