CONCIERTO

Blonde Redhead, garantía de embrujo

La banda neoyorquina, un clásico del pop alternativo, visita Barcelona para repasar una trayectoria de culto

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Cada nuevo disco de Blonde Redhead es diferente y también igual a los anteriores. Diferente en la forma: en particular desde que, a principios de la década pasada, fichó por el mítico sello 4AD, la banda neoyorquina se ha preocupado por probar diferentes subestilos en cada referencia. E idéntico en el sentido en que, hagan lo que hagan, solo saben embrujar, siempre marcados por la voz etérea pero punzante de Kazu Makino (también guitarra rítmica).

"El cambio es algo que nos tomamos muy en serio y de hecho cada álbum empieza con una reunión en la que decidimos el camino", explica el milanés Simone Pace (batería), hermano gemelo de Amedeo (guitarra y voces). "Lo importante es encontrar algo nuevo en lo que nos sintamos a gusto, y que nos veamos con ganas de practicar durante cierto tiempo".

Sus primeras referencias iban en la línea ruidista de la 'no wave', pero 'Misery is a butterfly' (2004) los vio abrazar el pop barroco; '23' (2007), sublimar las guitarras etéreas del 'shoegazing'; 'Penny Sparkle' (2010), deleitarse con la electrónica, y 'Barragán' (2014), tratar de conjugar todas estas últimas ramas desde el esencialismo.

El sábado, día 25, presentan en Razzmatazz 2 (21.30 h.) los temas del 'epé' '3 o'clock', un regreso a los tonos orquestales de 'Misery is a butterfly', que desde hace un tiempo recuperan en directo con el grupo de cámara American Contemporary Music Ensemble (ACME). Según Simone, esas actuaciones no han inspirado en realidad las nuevas canciones: "La mitad de ellas ('3 o'clock' y 'Golden light') las grabamos antes de empezar con esos conciertos. Después de terminarlas se nos ocurrió añadir partes de cuerda".

LA ANTIGUA ENERGÍA NEOYORQUINA

Simone Pace es uno de los mejores baterías del pop moderno, pero antes dominó otro instrumento: la guitarra clásica. "Recibí una por mi comunión. Era una buena forma de socializar y de reunir a los amigos a tu alrededor. Pero cuando nos mudamos a Montreal [los hermanos tenían 13 años], tuve todo un flechazo con la batería".

De Montreal los Pace saltaron a Boston, donde estudiaron música en el venerable Berklee College of Music. Y de ahí a Nueva York, "todo un cambio; era una ciudad cruda en relación con Boston". ¿Cruda en un buen o un mal sentido? "En un buen sentido. No era la Nueva York de ahora, en la que todo está más controlado. Antes tenía una energía que te arrastraba".

Alrededor de 1993 y tras conocer los gemelos a dos estudiantes de arte japonesas (Makino y la antigua bajista Maki Takahashi), nacía Blonde Redhead. Al principio sonaban bastante a Sonic Youth y, de hecho, el batería de aquellos (Steve Shelley) les publicó sus primeros discos en su sello Smells Like Records. El año pasado se publicó 'Masculin fémenin', cofre con esos álbumes y rarezas de la época: "Disfruté preparando esa caja. Para hacerla buscamos un montón de archivos que hacía una eternidad que no habíamos oído. Había cosas interesantes. ¡Otras, no tanto!".

El trío supo resistirse a los cantos de sirena de las multinacionales durante esos primeros 90 en los que se perseguía a toda costa a los próximos Nirvana: "Nosotros estábamos apegados a Fugazi, que no podían ser más contrarios a la idea de venderse. Fue Ian MacKaye [líder de Fugazi] quien nos animó a fichar por el sello Touch & Go en lugar de por una multi. Fue una buena decisión. Hemos oído muchas historias de grupos que fichan por corporaciones y mueren estrujados por la máquina en poco tiempo".

Esa reticencia a venderse es, según Simone, el secreto de la larga vida de Blonde Redhead (23 años). Eso y quererse un montón: "No siempre es fácil ser parte de esto, hay altos y bajos, por supuesto, pero antes que un grupo somos una familia".