La belleza, por Yann Tiersen

CRÓNICA El músico bretón desplegó 'Infinite' en el Grec

Yann Tiersen, durante su actuación en el Grec.

Yann Tiersen, durante su actuación en el Grec.

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Se empieza pasando unos días en Reykjavik y se acaba haciendo discos con sonidos de olas, géiseres y ventiscas ululantes. Fuentes de inspiración orgánicas en contacto con la tecnología punta, claro. De esa suave fricción sale Infinite, el disco que Yann Tiersen trajo el domingo a un lleno Teatre Grec, espacio que, con su roca vista, resultó muy oportuno para acoger esa música que dialoga con las fuerzas de la naturaleza.

El músico bretón se asentó en esete disco para ofrecer una concisa sesión de ese sinfonismo ligero, más cercano a Mike Olfield que al post-rock, con el que ha consolidado su vida artística 14 años después de la popular banda sonora de Amélie. Ese material fue citado a medio recital, a través del miniaturista vals La dispute.

Técnica y esteticismo

Tiersen exhibió músculo como instrumentista, alternando piano, guitarra y violín, y respaldado por cuatro músicos a la vez poderosos y delicados. Sus composiciones puedan tener un aspecto complejo, con muchas fuentes de sonido coordinadas y construcciones que crecen y mutan en busca de una idea de belleza, pero la tendencia al esteticismo, a dar vueltas alrededor de un mismo hallazgo, puede llegar a empalagar, y la amenaza new age está a la vuelta de la esquina.

Más cerca de un sugerente pop de cámara in crescendo en The gutter, y soltándose, alzando el tono, en la recta final (The crossing, Vashing point), Tiersen nos sacudió un poco a todos, felizmente. En dirección a unos bises que, a través del piano (The long road) o el violín (The wire) condujeron a un fantasmal fundido con Til the end, dejando atrás hora y media,o algo menos, de música con propiedades evocadoras, que encuentra cierto placer observándose en el espejo.