Un POÉTICO VIAJE AL PERVERSO NEGOCIO DE LA GUERRA

La Beckett ataca la industria de armas

La compañía La Virgueria estrena 'El pes del plom'

Patrícia Bargalló e Isak Férriz, en 'El pes del plom', que se estrena el 23.

Patrícia Bargalló e Isak Férriz, en 'El pes del plom', que se estrena el 23.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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En algunos países de África, una granada cuesta menos que una cerveza. Lo cuenta Isis Martín, coautora y codirectora junto con Aleix Fauró de El pes del plom, una obra que denuncia la industria armamentística e indaga en los intereses oscuros que la mueven frente a la permisividad de los Gobiernos. El montaje -interpretado por Patrícia Bargalló, Isak Férriz, Marina Fita y Carles Gilabert- supone el estreno en la Sala Beckett, el miércoles 23, de la compañía La Virgueria, un joven colectivo que lleva un lustro sacando punta a realidades «incómodas» y «conmovedoras». Desde la esquizofrenia que abordaron en su ópera prima (Si avui és diumenge demà és dijous), al vacío por la pérdida de un hijo (L'hivern al cos) o la difícil reinserción de presos (180º de cel). «Tienen la virtud de combinar con equilibrio el contenido social con la emoción», valora Toni Casares, director de la Beckett.

En El pes del plom disparan al perverso comercio de máquinas de matar. Lo hacen a través de un poético viaje, a modo de thriller, que traslada al espectador de Barcelona a París, Ghana y Tanzania. ¿Quiénes se benefician de los conflictos armados?, se preguntaron los autores, que rastrearon los mecanismos que hacen posible que esos traficantes se salten las leyes, en connivencia con las instituciones, para que lleguen armas a sitios donde están prohibidas. «Armamos a los habitantes de países en conflicto, y que se maten entre ellos», razonan Fauró y Martín.

La historia, construida con flashbacks, se inicia con el gatillo indignado de un hombre (Férriz), pareja de una periodista que empezó a investigar sobre este negocio millonario. Rifle en mano, amenaza a un empresario de armas (Gilabert). La mujer de este, trabajadora en un banco, completa el retrato de unos personajes dibujados con trazos cercanos. Los señores de la guerra también aman, lloran, ríen... «Viven sus relaciones y cotidianidad como cualquiera, nos podemos identificar con ellos. No quisimos caer en un mundo de buenos y malos; es una historia de sentimientos», aclara Fauró.

VISTOSO MONTAJE / Como en sus anteriores montajes, la compañía presenta una puesta en escena dinámica y atractiva que mezcla palabra, teatro físico, imagen y música. Ian Gehlhaar ha creado una vistosa escenografía con cajas de madera, envolventes humaredas y mappings (proyecciones). Un viaje de imágenes, colores y emociones que además debe servir para despertar conciencias. «Ya solo en los informes que publica el Ministerio de Defensa hay datos escandalosos», anuncian los autores, que estuvieron dos años investigando a fondo. Otro hallazgo les ha llevado a cambiar de lugar sus cuentas: «Todas las entidades financieras, excepto las de banca ética, ofrecen créditos al negocio de las armas».