ENTREVISTA

Andrey Zvyagintsev: «Sueño con una Rusia en la que haya justicia»

El director de 'Leviatán' siente escalofríos cuando se cruza con un uniforme de policía en el metro ruso

El director Andrei Zviaguintsev.

El director Andrei Zviaguintsev. / periodico

NANDO SALVÀ

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La cuarta película de Andrey Zvyagintsev, Leviatán-favorita para obtener el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa-, se sirve de la historia de un hombre enfrentado a un gobernante corrupto para hablar de toda la miseria moral que contamina la Rusia de Vladimir Putin.

-¿Es el título de su nueva película una referencia al Antiguo Testamento o al libro que escribió Thomas Hobbes? 

-A ambos. El Leviatán es mencionado en la historia bíblica de Job, que como el protagonista de mi película es gradualmente despojado de todo lo que tiene. Y también he querido aludir a Hobbes, que en su ensayo sostiene la necesidad de una autoridad superior para evitar que los hombres se aniquilen los unos a los otros. Yo creo que Hobbes se equivoca al idealizar al Estado. En un país como Rusia, por ejemplo, la seguridad y la protección que el ciudadano recibe del Estado la paga renunciando a su libertad. Es decir, vende su alma al diablo. El Estado, pues, se convierte en un monstruo, en el Leviatán.

-¿Cree usted que sería mejor vivir sin un Estado?

-No he dicho eso. Odio la burocracia pero creo que debemos resignarnos a vivir con el monstruo, o bien huir al bosque a vivir como ermitaños. Las utopías políticas que reclamaban la destrucción del Estado siempre fracasaron.

-Su película retrata una Rusia azotada por el alcoholismo, la corrupción desenfrenada y la violencia omnipresente. ¿Realmente es así su país?

-Por desgracia, sí. Obviamente no toda Rusia es así, mi película retrata un segmento de población de la Rusia rural. Pero lo cierto es que la corrupción está por todas partes. Ideas como la justicia o los derechos civiles no tienen ninguna importancia en mi país. Todo el poder está en las mismas manos, y el pueblo está sometido a ellas. Es un sistema feudal. En todo caso, Leviatán no es una historia solo rusa, es universal.

-¿En serio? Parece tan rusa como la balalaica.

-Pues en realidad se inspira en un caso ocurrido en Estados Unidos: un hombre, desesperado por los abusos del sistema, arrasó varios edificios oficiales con su excavadora y luego se pegó un tiro. Es decir, es una historia sobre la resistencia del hombre frente a un poder arbitrario.

-¿Ha tenido usted alguna vez conflictos con la autoridad rusa?

-No de gravedad. Pero para experimentar la fuerza del monstruo que el Estado representa no hay más que poner los pies en la oficina de un empleado gubernamental para sentir su terrible indiferencia ante nuestros problemas. Y cruzarme en un callejón oscuro o incluso en el metro con un uniforme de policía hace que un escalofrío me recorra el cuerpo.

-¿Por qué no luchan los rusos contra la corrupción?

-Nuestra paciencia se ha convertido desde hace tiempo en resignación. Nos han llegado a convencer de que no tenemos derechos. Los americanos tienen el instinto innato de reclamar lo que se les debe, su libertad, sus derechos individuales. Nosotros también amamos la libertad, pero el problema es que en nuestro caso esa libertad no es un derecho garantizado por la Constitución.

-Y, aun así, Putin sigue siendo enormemente popular en el país.

-Porque apela al patriotismo, que es una forma muy astuta de camelarse a la gente. Si el pueblo ruso tuviera más cultura, nuestra situación sería muy distinta.

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-¿Qué reacción espera de la autoridad rusa ante 'Leviatán'

-No sé, allá ellos. Me interesa solo el público, y tal vez proporcionarle nuevas ideas y deseos de cambio. Sueño con una Rusia donde existan la justicia y la esperanza en el futuro.

-Su película fue en buena parte financiada por el Gobierno de Putin. ¿Significa que su presidente acepta las críticas?

-Una de dos: o han querido sacar pecho y demostrar que son capaces de aceptar las críticas, o es que alguien no se leyó el guion de mi película hasta el final. Me temo que nunca lo sabremos.