ENTREVISTA

Andrés Rábago, 'El Roto¿: «Los culpables de la crisis se han escapado»

«Sonría, no alarme a los mercados», le dice el personaje de una de sus viñetas a una señora cuyo coche está ardiendo. Como este, El Roto ha reunido en un libro 80 dibujos satíricos publicados en la prensa en los últimos tres años, que sirven de implacables

Andrés Rábago, El Roto, frente a uno de sus hombrecillos grises y desarmantes.

Andrés Rábago, El Roto, frente a uno de sus hombrecillos grises y desarmantes.

JUAN FERNÁNDEZ

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Desde los años en los que Andrés Rábago se hacía llamar OPS, sus dibujos aparecen poblados de figuras sombrías que revelan con crudeza y sin el menor empacho la trampa que esconde la realidad. En tiempos tramposos como los corrientes, los sinceros hombrecillos turbios de Rábago se han hecho fuertes en las viñetas de El Roto, unas veces para afirmar:«Le estamos haciendo pruebas de resistencia al personal para ver hasta dónde aguantan»;otras para proponer:«Si no se puede devaluar la moneda, habrá que devaluar a la gente». El autor ha seleccionado 80 aldabonazos de este calibre, publicados en la prensa desde el 2008, y los ha reunido en un libro que se anuncia comoViñetas para una crisis(Mondadori). Cada uno de estos dibujos, por sí solo, explica lo que nos está pasando con más claridad que toda la literatura económica editada en los últimos años.

-Para alguien que se dedica a la sátira, una crisis como esta debe de ser un filón.

-No me gusta que parezca que esto es así, preferiría que hubiese otros temas diferentes a la crisis sobre los que pensar y dibujar, pero mi obligación es trabajar sobre aquello que preocupa a la gente. Me siento más cómodo tratando asuntos más filosóficos e humanistas.

-¿La sátira sirve para explicar la crisis?

-La sátira es una máquina de rayos X que permite ver los huesos del sistema. Así la entiendo yo. No busco la risa, ni siquiera la media sonrisa. Busco señalar las formas que se esconden bajo la superficie de los acontecimientos. La sátira hace transparente lo opaco.

-Muchos de sus dibujos ponen letra a pensamientos tácitos que se han extendido entre la población. Por ejemplo, que el derroche de los años de bonanza era insostenible, pero nadie decía nada.

-Sí que se dijo, pero esas voces no fueron escuchadas. Los poderes sabían que esto podía ocurrir pero no quisieron actuar, prefirieron darle de lado. Bajo un aspecto de buena salud, en nuestra sociedad estaba creciendo un cáncer. Los gobernantes, que debieron pararlo, no lo hicieron, y esa es su responsabilidad. Lamentablemente, la mayoría de los culpables han escapado. Ahora están en consejos de administración de empresas para las que ya entonces estaban trabajando.

-¿Se le puede exigir también responsabilidad a la gente por haber vivido por encima de sus posibilidades?

-No sería justo. Los ciudadanos se limitaron a responder a los estímulos que les enviaron. Es cierto que muchos contrajeron demasiadas deudas, pero ellos no manejaban la información necesaria para saber que esto podía pasar. La gente se hipotecó porque creía que la situación era sostenible, nadie le advirtió de que no era así. Al contrario, fueron alentados a participar de la fiesta. Si hay un reproche que hacerle a los ciudadanos, es la dejadez que han tenido a la hora de vigilar a los gobernantes.

-¿Qué relación mantiene con su banquero?

-Me llegan cartas, pero personalmente no conozco a ninguno. Por otro lado, cada vez hay menos oficinas de banco a pie de calle. Están intentado eliminarlas para que no podamos ir a preguntar por nuestro dinero el día que este haya desaparecido.

-Por no tratarlos habitualmente, los dibuja mucho en sus viñetas. Su libro podría ser un bonito regalo de empresa para una entidad financiera.

-Lo dudo, ellos están por otras cosas. Además, tienen piel de paquidermo, no creo que les inmutara ver cómo quedan retratados. Puede que incluso les hiciera gracia.

-¿Está claro quiénes son los malos de esta película?

-Sí, pero hace tiempo que la justicia debería haberles exigido responsabilidades jurídicas, y no lo ha hecho. Ni la sátira hace justicia, ni yo soy un justiciero. Soy un mero observador de las cosas que pasan y que cuenta lo que ve.

-En un dibujo suyo aparece un personaje diciendo: «Es necesario recuperar la confianza de la gente en los estafadores».

-Es que se nos ha pedido eso. Nos piden que sigamos confiando en los que nos han estafado, sin la menor vergüenza. El problema es que los que nos han defraudado se han escapado sin pagar por ello. Muchos ya no están. Ya no está Bush, ni Reagan, ni la gente que puso en marcha esta liberalización tan salvaje del capitalismo. No han sido perseguidos judicialmente, no se les ha exigido la responsabilidad jurídica de sus actos. Y esto es muy grave.

-¿Qué le parece que los actuales responsables de Grecia, Italia y el Banco Central Europeo sean antiguos colaboradores de Goldman Sachs, y nuestro ministro de economía provenga de Lehman Brothers?

-Todo esto es muy clarificador, el problema es que no se cuenta, o se cuenta con poca contundencia. Una información así de sorprendente debería aparecer a diario en la primera página de los periódicos, para que todo el mundo lo sepa y reaccione, porque el asunto merece una reacción. Me parece un escándalo, y los escándalos se sacan en portada, no en la sección de breves. Los responsables de los periódicos deberían actuar.

-¿Los ciudadanos estamos respondiendo bien a esta crisis? En uno de sus dibujos, un joven con la palabra actúa dibujada en el pecho dice: «Me he estampado el lema en la camiseta, ¿qué más puedo hacer?».

-Sin duda, hay una dejación de nuestra responsabilidad, estamos faltando a nuestra obligación como ciudadanos. Hemos de exigir que se conozcan los culpables, porque esto que ha pasado no ha sido un fenómeno de la naturaleza, ha ocurrido porque quienes debieron poner coto a los desmanes, no lo hicieron. Estamos soportando un sufrimiento innecesario, que podría haberse evitado, pero hay una ausencia absoluta de autoridad. Aquí nadie se hace responsable, ni nadie lo exige.

-¿Qué le parecen las respuestas que han surgido desde la calle, como el 15-M? ¿Pueden quedarse limitados a un lema en una camiseta?

-No seré yo quien critique al 15-M, que al menos ha puesto de manifiesto una reacción. No sé si este movimiento tiene defectos, porque no lo he seguido a diario, pero le debemos la satisfacción de saber que puede existir una reacción social, por pequeña y poco estructurada que sea.

-¿Tiene algo de bueno esta crisis?

-Es interesante que se hable de ir hacia un crecimiento cero. Hay quien opina que eso sería una catástrofe, pero deberíamos tener presente que el crecimiento indefinido no es posible, porque vivimos en un mundo finito. Debemos buscar la solución en otras fórmulas. Hemos de cambiar de arriba abajo nuestras economías y hábitos. Pensar que esta crisis es pasajera y que tras ella volveremos a vivir como antes, es un error.

-¿Ha cambiado su forma de trabajar en los últimos años, o es la misma de siempre?

-Sigo el mismo sistema de toda la vida. Leo la prensa y escucho algo la radio, y dejo que las ideas se maceren en mi cabeza antes de ponerme a dibujar. Mi mejor aliado es el silencio. Lo que no hago nunca es ver la televisión. En casa solo la encendemos para ver alguna película. De hecho, tras la primera guerra del Golfo la quitamos. La tele es uno de los mayores mecanismos del poder para destruir a la sociedad. Vivir sin tele me ayuda a ver la realidad más clara. H