Cuando la izquierda miraba a China

La periodista Ana Puértolas debuta en la novela con un retrato de una pequeña organización maoísta en los años del tardofranquismo

La periodista y escritora Ana Puértolas, en Barcelona.

La periodista y escritora Ana Puértolas, en Barcelona. / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Ana Puértolas (Pamplona, 1945) es una gran viajera. Para atestiguarlo no hay más que seguir la hoja de ruta de sus numerosos artículos periodísticos publicados sobre el tema. Pero ha tenido que detenerse al fin, llegada la jubilación, para mirar atrás y dar cuenta de su primer viaje, cuando era apenas una veinteañera, y la utopía, un país muy, muy lejano. Lo hace en 'El grupo 1964-1974' (Anagrama),  su primera novela, robándole el título a Mary McCarthy, para seguir los pasos de una célula maoísta, en los duros tiempos del tardofranquismo, que no es exactamente de la que ella formó parte –"una minúscula e insignificante"- , aunque se le parezca mucho.  

Ana, hermana de Soledad Puértolas, fue también gran amiga del desaparecido Rafael Chirbes, uno de los primeros lectores de esta novela, y se ha colado como personaje en algunas de las ficciones del autor de 'Crematorio'. ‘El grupo' sigue las actividades y muy especialmente los debates de los jóvenes que acabarían integrando la célula surgida, como tantas otras, a partir de la Fundación de la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE) en 1961, el movimiento estudiantil que fue el caldo de cultivo para las formaciones de izquierda.

Junto a las peripecias novelescas, la autora incluye una serie de capítulos a modo de apéndices que complementan la información del periodo con documentos o artículos periodísticos de la época o posteriores, incluido alguno de EL PERIÓDICO.  El trayecto narrativo tiene paradas en la expulsión de Aranguren y García Calvo de sus cátedras por haber apoyado al movimiento estudiantil, el ascenso y caída de Salvador Allende, la muerte de Stalin y la guerra de Vietnam hasta culminar en la Revolución de los claveles en Portugal. "Aquellos días  –asegura la autora- nos dieron la posibilidad de contemplar la rareza de una revolución pacífica".  La experiencia que Puértolas relata es madrileña, porque allí fue a la universidad. Sabe poco y así lo dice del funcionamiento interno de organizaciones barcelonesas como más nutrida Bandera Roja, en la que militaron políticos hoy tan conocidos como Josep Piqué o Ferran Mascarell.

FALTA DE INFORMACIÓN

"El maoísmo fue una revolución dentro de la revolución contra los burócratas del partido comunista, además no éramos partidarios de la lucha armada", recuerda Puértolas que ha querido romper una lanza  desde la comprensión por aquellos chicos hoy demonizados. "De los maoístas se decía que eran el culmen del sectarismo, mientras se ignoraba que España era entonces un país muy atrasado y con una represión extrema, donde las noticias no llegaban ni había los suficientes instrumentos para contrastarlas". Asegura Puértolas que los grupos prochinos de Madrid o Barcelona no tenían "nada que ver con los que existían en Francia, Italia o Inglaterra, capaces de confrontarse mejor a la realidad". De ahí que se dedicaran íntegramente a "debatir los textos", el famoso ‘Libro Rojo’ de Mao e ignoraran todo de las hambrunas provocadas por el Gran Paso Adelante (paralelas a su ruptura con la Unión Soviética) y de la Revolución Cultural.   

Si la novela se detiene en 1974 es porque Puértolas no quiere abordar la muerte de Franco, tampoco la disolución de todas estas organizaciones tan poco dotadas para la vida práctica que no supieron traspasar la barrera hacia la democracia. ¿Qué quedó de todo aquello? "A mí me vacunó de las grandes frases -expone la autora-. Después de tantas convicciones, me enseñó a convivir con la duda y la falta de certezas".