Festival Castell de Peralada

Algo parecido a la 'felicità'

Al Bano y Romina Power exhibieron su reconciliación escénica, tras dos décadas de alejamiento, con un recital que culminó con una selección de sus éxitos de los años 70 y 80

Romina Power y Al Bano, durante su emotivo recital de anoche en Peralada.

Romina Power y Al Bano, durante su emotivo recital de anoche en Peralada.

JORDI BIANCIOTTO / Peralada

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Romina Power ya no lanza aquellas miradas lánguidas y enamoradizas a Al Bano con las que amenizó las sobremesas televisivas de los años 70, pero su reencuentro en los escenarios, tras dos décadas de separación y de violentas tormentas aireadas en los medios, invita a pensar que la edad, y el tiempo, todo lo encauzan y todo lo atemperan. Bellas melodías portadoras de románticos versos fueron anoche compartidas por la pareja en el Festival de Peralada, escenario en el que actuaron 20 años atrás. Dulce nostalgia y una colección de relucientes estribillos italo-pop.

La reunión del dúo, oficiada el pasado otoño en Moscú, ha conducido a estos recitales en los que el cantante de Brindisi y la hija de Tyrone Power se alternan en el escenario para unir sus voces en el tramo final. Al Bano ejerció anoche de anfitrión, abriendo el recital con épicas maneras, presumiendo de fuelle vocal en una Nel sole overture fortalecida más si cabe con la ayuda de cuatro coristas.

De Italia a América

Tras canciones como Tu per sempre y 13, storia d'oggi dio paso a «una mujer que creció en América», Romina Power, recibida con ovaciones y algún piropo. «Gracias, mi maquillador es muy bueno», ironizó. US America aireó sus orígenes antes de ponerse a leer una poesía en castellano evocadora del verano de 1969, que pasó en cama con hepatitis. Momento de peligro cuando su hijo Yari, autor de Tears are not pearls, nos obsequió con canciones de Pink Floyd y los Beatles muy bonitas pero que difícilmente el público de Peralada se moría de ganas por escuchar anoche. Al Bano volvió para pedir al mundo más espiritualidad (Ave Maria) y dispuesto a la ambiciosa misión de viajar de Verdi a la canción napolitana Funiculì funiculà.

Por fin, el encuentro. Nostalgia canaglia fue la pieza elegida para abrir el pequeño greatest hits de Al Bano y Romina. Letra inquietante. «¿Qué es ese nudo en la garganta que me asalta? ¿Qué es? / Estás aquí conmigo, y esa absurda soledad. ¿Por qué?». Quizá afectada por ese mensaje, la percusión se atascó («se ha emocionado la batería», bromeó ella) y tuvieron que interrumpirla y volverla a empezar. Momentos para la ironía desmitificadora. «Durante los últimos años solo hemos cantado juntos en los tribunales», bromeó Al Bano. «Ahora ya somos amigos». Sus voces, risueñas, relajadas, al menos en apariencia, confluyeron en  Ci sarà. Libertà, Sempre, sempre We'll live it all again, su canción de Eurovisión-76, camino de la melodramática Sharazan y de un Felicità que puso el acento final al reencuentro. Buenos deseos y una mirada amable al pasado. La música también sirve para suavizar los golpes más hondos.