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'La llegenda del Innombrable', el cine del todo vale

El cine del todo vale La llegenda del Innombrable_MEDIA_1

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Q. C.

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Todo parece indicar que Salomón Shang desea convertirse en algo así como el irreductible del cine catalán. Sin relación alguna con las tendencias imperantes en el cine de no ficción, pero tampoco con los filmes de presupuestos y tramas más convencionales, nadando entre géneros sin definirse por la práctica de ninguno de ellos, la obra de este curioso cineasta es decididamente abusiva: hace muchas películas -muchas para lo que cuesta hoy en día hacer una película pese a las facilidades de la técnica digital y la autodistribución- y las que estrena son excesivas en todo.

Puede que de todas ellas, La llegenda de l'Innombrable sea la más definitoria: ninguna otra la gana en cuando a abusos (de metraje, de personajes freakies, por definirlos de algún modo) y de excesos. Supuesta comedia negra o del absurdo, con un figura proteica de fondo, el innombrable que encarna Juan Luis Galiardo (que se apunta a un bombardeo), la película discurre con tediosas escenas donde se habla mucho y la cámara nunca está fija sobre un trípode. El ligero temblor de los encuadres es una es metáfora de lo que resulta el filme: un tembleque permanente entre el desaguisado y la parodia, entre el cine y el no-cine, entre la (teórica) libertad creativa y el todo vale.

Muchas secuencias de este filme se agotan solo empezar, y la mayoría se extienden lo que no está escrito. Shang fía también buena parte de su estilo, o no estilo, a sus actores habituales (empezando por él mismo), pero ninguno de ellos entiende lo que quiere decir pausa o exceso. Y si lo entienden, han decidido pasar olimpicamente de ello.