crítica

'Tres metros sobre el cielo', nostalgia del primer amor

Nostalgia del primer amor Tres metros sobre el cielo Fernando González Molina_MEDIA_1

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Olga Pereda

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La nueva película de Fernando González Molina no nace con pretensiones de ser un tratado sociológico sobre la juventud. 3 metros sobre el cielo, más bien, es un notable derroche de nostalgia firmado por una persona, el director, a la que le gustaría tener 20 años y no 35. Es imposible ver la película y no pensar en el primer amor que todos hemos tenido, ese que nos hizo flotar, vivir. Con una factura impecable y unos paisajes de Barcelona que no son ni los de Vicky Cristina Barcelona ni los de Biutiful, la cinta supone un salto cualitativo frente a la taquillera Fuga de cerebros y nos invita a soñar y a recuperar el espíritu rebelde de la juventud. Como no podía ser de otra manera, el director ha querido incluir en el guión el tema Forever young. Los que, evidentemente, sí son jóvenes son los protagonistas: Mario Casas y María Valverde. No podemos olvidarnos de Nerea Camacho, que añade litros de inocencia y descaro a su personaje para provocar justificadas risas. Los personajes femeninos reivindican su espacio, pero él (Casas) absorbe el protagonismo. Su trabajo físico le ha costado. La taquilla se lo agradecerá.