David Herrera: "Que Roquetes sea humilde no justifica el incivismo"

El circo, esa disciplina artística que abre caminos profesionales desde las cumbres de  Roquetes, también dibujó el porvenir de David Herrera, vecino de ese barrio de Nou Barris. Él continúa vinculado a la escuela de circo y a las calles, plazas y entorno natural de su niñez.

Rodrigo Caro Su calle y la del poeta de Utrera«AQUÍ JUGÁBAMOS UNA VEINTENA DE NIÑOS, FRENTE A NUESTRAS CASAS. HOY MIS HIJAS EN ESTE MISMO BARRIO NO JUEGAN EN LA CALLE», COMPARA

Rodrigo Caro Su calle y la del poeta de Utrera«AQUÍ JUGÁBAMOS UNA VEINTENA DE NIÑOS, FRENTE A NUESTRAS CASAS. HOY MIS HIJAS EN ESTE MISMO BARRIO NO JUEGAN EN LA CALLE», COMPARA

CARME ESCALES / BARCELONA

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"Este es un barrio interesante". Así, con estas palabras, David Herrera (Barcelona, 1975) inicia la presentación y el paseo por el barrio en el que nació y donde ha vivido prácticamente toda su vida. Durante dos años lo hizo en Japón, donde trabajó en un parque temático en el que conoció a una sevillana que hoy es su pareja y madre de sus dos hijas. La familia vive ahora en lo alto de la ciudad, en el barrio de Roquetes, a los pies de la montaña que alza la emblemática Torre Baró.

Y si Herrera considera que su barrio es interesante es por ciertos detalles que lo hacen singular. "En Roquetes todo se ha conseguido gracias a la organización de los vecinos", destaca. "Aquí llegó la inmigración del sur de España, en los años 60, cuando todo esto eran descampados y montaña silvestre. No había ni cloacas", prosigue el descendiente de una de aquellas parejas que llegó al barrio en esa época (su madre, de un pueblecito de Sevilla, y su padre, de otro de Jaén). "Los fines de semana, mi padre y otros hombres de las casas vecinas trabajaban en la construcción de las cloacas, abriendo la calle", explica. "Esa fuerza, unión y empeño vecinal le han otorgado carácter a Roquetes", afirma Herrera.

Todo eso, y la caprichosa orografía del barrio. Subidas y bajadas se salvan ahora más cómodamente con escaleras mecánicas, pero solo en los tramos más empinados. En el resto, el barrio sigue siendo una montaña rusa, una espiral de calles, que Herrera conoce bien.

Vivir en el monte

La montaña que arropa al barrio fue precisamente el principal divertimento de niños como Herrera. "Cogíamos las bicis y algo de comida y nos pasábamos el día en la montaña, comiendo junto a las fuentes. No nos acordábamos de volver a casa. En la montaña teníamos mil aventuras que vivir. Era como un regalo para nosotros, un regalo para experimentar. Y nos la conocíamos de sobras", dice. "Yo soy un niño de la parte alta de Roquetes, que es ya otra dimensión. Soy un chaval de barrio que en la adolescencia no sabía hacia dónde tirar", recuerda.

"Como pasaba tantas horas junto al Ateneu Popular de Nou Barris, donde ya se hacían clases de circo, un día me invitaron a probar los malabares", cuenta. "Después fue el trapecio, y fui probando y consiguiendo nivel, hasta que aquello que empezó como un juego, me permitió trabajar y, además, me aportaba mucho", reconoce quien más tarde -en el 2005- fundaría, junto a otros dos socios que también estudiaron allí, la compañía de circo Los Herrerita. El 30 de mayo actuarán en la Fira del Clown de Vilanova de la Muga (Alt Empordà).

"El circo es un icono para Roquetes y para todo Nou Barris, y un referente en la ciudad", expone el artista circense, instructor de las artes del circo en el Ateneu y también puntualmente en la vecina escuela de circo Rogelio Rivel. "Son proyectos transformadores y educadores a través del circo, que es una profesión, pero también un modo de vida", señala Herrera. "También la formación profesional en circo ha marcado el carácter del barrio, porque por él viene mucha gente. Aquí en el extrarradio el circo es una atracción cultural", expone el artista.

En la calle de Nou Barris, 12, está la escuela Antaviana -Premi Ciutat de Barcelona, 2014-, a la que Herrera acompaña cada mañana a una de sus hijas. "El proyecto de este centro es envidiable, integrador, y muy representativo de la sociedad en la que estamos. Cinco o seis de sus maestros, ya jubilados, todavía acuden a colaborar, de manera desinteresada. En esa escuela hay mucha vocación docente", dice. "Su proyecto educativo es inclusivo y equitativo que incluye a alumnos con discapacidades físicas, psíquicas y sensoriales", comenta.

Suciedad de algunos

"En general, yo siempre he pensado que Roquetes es un barrio privilegiado", expresa el vecino. "Por el contacto con la gente y con la naturaleza", añade. "Lo único que, al menos a mí, me crea malestar, es la suciedad que algunos vecinos, no considerados, permiten", puntualiza Herrera, haciendo hincapié en los numerosos excrementos de perro en las aceras. "La lluvia es una bendición en este barrio. Todo se limpia", dice quien considera que "la limpieza es responsabilidad compartida entre los ciudadanos y la administración". "Me parece que no se aplican suficientes sanciones a quien no cumple con su parte. Ese, para mí, es el punto flaco de Roquetes. Que sea un barrio humilde no justifica las actitudes incívicas", afirma Herrera.