"El bar tiene un lado humano que me gratifica", dice la camarera que sirvió a Jordi Évole, Pablo Iglesias y Albert Rivera

El Bar Tío Cuco, en el barrio obrero de Canyelles, acogió uno de los debates con más audiencia de la televisión. La nieta del creador, el tío Cuco, que dio nombre al local, explica su experiencia

Bar obrero 8 Cecilia Miguel, en la mesa donde se realizó el debate.

Bar obrero 8 Cecilia Miguel, en la mesa donde se realizó el debate.

PATRICIA BARAJAS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cecilia Miguel Rodríguez (Pinneberg, 1967) regenta, posiblemente, el bar más conocido de España después de aparecer en Salvados, el Tío Cuco (Antonio Machado, 20). Su padre, salmantino, abrió el bar en 1976 en el barrio de Canyelles. Ella se encargó de servir los cafés a Albert RiveraPablo Iglesias y Jordi Évole.

-El Tío Cuco apareció en las pantallas de más de 5 millones de espectadores. ¿Qué le pasó por la mente?

-Satisfacción y posteriormente un ejercicio de auto control. Ha sido un cúmulo de casualidades en la que nosotros no hemos participado. Mi padre falleció hace poco y lo interpreto como un homenaje póstumo a su trabajo.

-¿Por qué eligieron su bar?

-Buscaban un local en uno de los barrios donde hubiese habido un cambio de tendencia en el voto [En las municipales ganó Podemos y en las autonómicas, Ciudadanos]. La productora lo encontró porque el bar figuraba en un archivo de productoras de TV después de que la Generalitat grabase un anuncio de la TDT.

-Fue un rodaje largo.

-Estuvieron casi cinco horas. Cerré el bar y los clientes que estaban dentro no pudieron salir durante la grabación. Eso sí, estaban avisados. También cambiaron la iluminación.

-La mesa sigue aquí.

-La trajeron ellos porque nuestras mesas quedaban pequeñas en pantalla. Los primeros días la guardamos en el almacén, pero la gente la reclamaba. Querían hacerse fotos.

-¿Qué reflexión hace después de la emisión?

-No he visto el debate. Me da vergüenza verme en televisión. De hecho, durante la grabación estaba atenta pero luego decidí desconectar precisamente para no tener que hacer un análisis posterior.

-¿Qué consecuencias tiene para Canyelles?

- El programa ha ayudado a ubicar en el mapa un barrio que arrastraba un estigma que ya no le corresponde. No tiene nada que ver con el Canyelles de hace 30 años.

-¿Cómo es el barrio?

-Siempre ha sido muy endogámico. Muchos vecinos fueron expropiados de las barracas del Carmel y se conocían. Hace falta que gente externa venga a trabajar aquí para que se renueve la savia.

-El Tío Cuco no es solo un bar.

-Los sábados por la tarde cerramos y lo utilizamos como sede provisional de un grupo de teatro para discapacitados llamado Capaces. Hemos hecho una obra de teatro junto con tres compañeras más.

-¿De qué habla la obra?

-Es la historia de un pez que vive en un mar muy pequeño y quiere que ese mar crezca. La moraleja es que juntos se consiguen las cosas.

-Han creado otro colectivo.

-La parte más loca de este grupo artístico es el colectivo Chichis Bravos. Cuando empiece el invierno retomaremos las sesiones de una vez al mes de Vermús y Varietés. Unas sesiones humorísticas dirigidas por María de la O, un personaje neofolclórico que nos hemos inventado.

-Usted lleva 15 años trabajando en el bar pero antes ha vivido en diferentes países.

-Me licencié en traducción e interpretación y estuve viviendo 10 años en Portugal. Ahí teníamos una tienda de discos y también trabajaba en prensa escrita.

-Pero decidió volver y cambiar de profesión.

-Me satisface mucho más mi trabajo en el bar porque tengo una parte humana que me gratifica. Es necesario que haya gente sirviendo cafés.