Derechos de los trabajadores

Disponibles 24 horas al día y sin fines de semana: tormenta en China por las condiciones en sus tecnológicas

La vicepresidenta de la firma Baidu provoca un terremoto al explicar en las redes sociales lo que esperaba de sus empleados: estar disponibles las 24 horas o renunciar a los fines de semana

Logo de Baidu en un congreso sobre internet en Wuzhen.

Logo de Baidu en un congreso sobre internet en Wuzhen. / ALEX PLAVEVSKI / EFE

Adrián Foncillas

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Buscaba impacto y lo tuvo. Qu Jing, vicepresidenta y jefa de relaciones públicas del gigante tecnológico Baidu, ilustraba esta semana a su nuevo equipo cómo posicionarse en las redes sociales con vídeos cortos. Los cuatro que colgó en Douyin, versión china de Tiktok, recibieron 150 millones de visitas en un día. Priorizó la cantidad sobre la calidad y descuidó que conviene que el impacto sea positivo. Su lección ha embarrado a su compañía y la ha empujado a sofocar su incendio cuando le pagan para evitarlos.

Qu explicaba qué espera de sus cuadros. Que estén disponibles las 24 horas y renuncien a los fines de semana. Que encadenen viajes durante 50 días sin alusiones a su vida personal. No le preocupa la salud de sus trabajadores a Qu porque no es su madre y desvela que su dedicación a la empresa le impide saber a qué curso van sus hijos. "Si tu novio te llama para dejarte, ¿a mí qué me importa?", inquiere. Una breve nota de su puño con un nombre, amenaza, cierra las puertas de toda la industria.

El tsunami era previsible. A los comentarios furibundos en las redes se han sumado los vídeos de internautas desinstalando de sus móviles la aplicación. Un medio especializado calcula en 1.000 millones de dólares las pérdidas en capitalización bursátil. Así que, sujeta al libreto de crisis, llegaron las disculpas inmediatas y rotundas. Retiró Qu los vídeos, admitió su contenido como "inaceptable", agradeció los comentarios que la habían hecho recapacitar y desveló que su compañía no estaba al tanto de su campaña. "Aprenderé de mis errores y cuidaré mejor a mis colegas", prometió. A Qu no le falta callo comunicativo. Fue periodista en la agencia estatal Xinhua y relaciones públicas en la tecnológica Huawei. Tampoco faltan precedentes a su furia. Otro vídeo la muestra en su oficina ahorcando a una muñeca con las iniciales del 'South China Morning Post', el venerable diario hongkonés, después de que publicara un artículo crítico.

Régimen 996

Qu pateó la colmena. El sector tecnológico ha amontonado lamentos por los trabajos extenuantes durante años. Muchos padecen el régimen del 996 (jornadas de 9 AM hasta las 9 PM y durante seis días a la semana) y no escasean los que describen el suyo como el 007. La práctica va a contrapelo en un país de conquistas laborales tan relevantes como ignoradas por el mundo. Los chinos, que durante miles de años asumieron la explotación como imperativa, pelean hoy por sus derechos con huelgas o en tribunales. Es paradójico que aquellas maratonianas jornadas de los emigrantes rurales en las fábricas de la costa oriental hayan sido heredadas por titulados universitarios en la rutilante industria tecnológica de Pekín o Shanghái.

Es una esclavitud bien pagada, recuerdan los que les desdeñan como plañideros. Los titanes tecnológicos chinos pagan por encima del equivalente a los 2.000 euros al recién licenciado y en escasos años lo doblan y triplican. Ofrecen también bonos anuales que frecuentemente multiplican superan el sueldo. En el sector anida la certeza de que todo eso compensa un esfuerzo sin el que el éxito sería utópico. De una forma o de otra, todos los gurús han subrayado que las ocho horas diarias reglamentarias deslizan a cualquier compañía al fracaso. Jack Ma, fundador de Alibaba, habló del 996 como "una bendición para los jóvenes". "Si quieres entrar en mi empresa, tienes que estar preparado para trabajar 12 horas diarias. De lo contrario, ni te molestes", dijo años atrás.

Subyace un debate generacional. A la historia reciente de hambrunas y guerras han respondido los chinos con una cultura del sacrificio sin comparación. A muchos, tras tanto drama superado, les deprime esta fragilidad juvenil. Al fenómeno ya lo han bautizado como 'tang ping', algo así como mantenerse tumbado, y que alude a la creciente apatía hacia las grandes expectativas económicas de la hipercompetitiva sociedad china. Muchos jóvenes apuestan por trabajos peor pagados pero compatibles con una vida razonable.