TRAS DERROTAR A HOLANDA

Argentina sale a la calle para soñar con el Mundial y burlarse de Brasil

Miles de personas han colapsado el centro de Buenos Aires para celebrar el pase de la albiceleste a la final

Miles de personas celebran el pase de Argentina a la final del Mundial, esta madrugada en Buenos Aires.

Miles de personas celebran el pase de Argentina a la final del Mundial, esta madrugada en Buenos Aires. / EM/JY

ABEL GILBERT / Buenos Aires

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Al final, y antes de la final del domingo, el carnaval ha sido argentino. Una multitud ha ocupado las calles de las principales ciudades de Argentina para festejar el agónico triunfo de la albiceleste frente a Holanda que ha situado a la selección a un paso de hacerse con la Copa del Mundo. Falta nada menos que Alemania, pero nadie pensaba todavía en eso esta madrugada. El Obelisco, en las puertas del centro financiero de Buenos Aires, ha sido un hormiguero humano. La avenida 9 de Julio y sus calles adyacentes se han llenado de banderas, gorros y bocinas de color celeste y blanco.

Se ha gritado, saltado y cantado una sola canción, como una suerte de mantra, a lo largo de toda la noche: "Brasil, decime qué se siente / tener en casa a tu papá / Te juro, que aunque pasen los años / nunca nos vamos a olvidar / Que el Diego te gambeteó / que Cani te vacunó / que estás llorando desde Italia hasta hoy / A Messi lo vas a ver / la Copa nos va a traer / Maradona es más grande que Pelé", han coreado los argentinos.

El final de una frustración

La fiesta ha contagiado a todo el país y casi nadie ha querido quedarse afuera. La gente ha ido llegando a pie, en automóviles, en el metro o en los buses. Las botellas de cerveza han pasado de mano en mano. El rostro sonriente de Leo Messi cubría el enorme edificio de la Dirección General de Tráfico. Un Messi gigante, a la altura de los sueños de todos. La gran comparsa humana era esperada hace 24 años. Casi un cuarto de siglo de frustraciones han quedado atrás en la noche del miércoles.

Se dice que cada argentino encierra un director técnico. La unanimidad es imposible. Todos se sienten con derecho a formar el mejor equipo, el ganador. Pero esta madrugada esas certezas individuales han cedido paso al ecumenismo. Nadie ha dejado de valorar las manos del portero Sergio Romero, que ha detenido los penaltis que le han dado a Argentina el pasaporte a la final. Sobre Alejandro Sabella ya no cae el sayo de ser un director técnico timorato y conservador. Ahora, es un estratega. "Un ajedrecista", se repite. Javier Mascherano ha sido elevado a la categoría de figura esencial. En las redes sociales ha aparecido su imagen con una boina negra guevarista y la leyenda 'Mas Che'. Y, claro, por encima de todo, está Messi, que aunque no ha sido el hombre más desequilibrante del partido, es el que suscita los mayores e indiscutidos entusiasmos.

El Papa y el Cristo Redentor de Río

En un momento, sobre la avenida 9 de Julio ha empezado a desplazarse una silueta de goma con las formas del Cristo Redentor que se eleva sobre las colinas de Río de Janeiro. El carnaval habría sido incompleto sin la invocación a la figura del papa Francisco, aura protectora del seleccionado. Las caretas del Pontífice argentino no podían estar al margen de la celebración. En el Vaticano hay, de hecho, dos papas, uno argentino y otro alemán. "Francisco contra Benedicto, la otra final", ha titulado el diario 'Perfil', como si ese fuera el verdadero partido en disputa.

Las bromas con la reina de Holanda, la argentina Máxima, tampoco. Pero la alegría mayor es todavía una promesa: ser campeones en Brasil, el rival sobre el cual los argentinos se adjudican una superioridad, conocida aquí como paternidad. Esa sensación de superioridad se funda en una ajustada estadística: Argentina, a lo largo de su historia, le ha ganado un partido más a su vecino pentacampeón. Suficiente para ejercer un desprecio de ficción hacia ellos.

Conflictos paralizados

El Mundial hace que todas las controversias y los profundos enconos políticos anidados en este país en los últimos años, y que separan a kircheristas de sus antagonistas, se queden en suspenso. Pocos se acordaban de que un vicepresidente, por primera vez en la historia, ha sido procesado en funciones por el presunto delito de cohecho. Amado Boudou encabezó el mismo día del partido las celebraciones por un nuevo aniversario de la Independencia argentina.

En el momento del partido frente a Holanda, de Wall Street llegaba una noticia inquietante. La tasa de riesgo país con la cual la banca JP Morgan mide la fiabilidad del pago de la deuda soberana retrocedía un 9,3% para Argentina. En medio de las instancias cruciales del certamen futbolístico, el Gobierno disputa otra final en Manhattan. Se trata de la negociación con los fondos especulativos que tratan de llevar al país a la suspensión de pagos. Los asuntos terrenales volverán a ocupar la agenda la semana venidera.

Mientras tanto, los argentinos de a pie se embriagan con sus fantasías de campeón. Si la victoria por penaltis ante la 'naranja mecánica' ha llamado a ganar las calles a miles y miles de personas, un posible campeonato puede hacer vibrar de emoción a esos mismos escenarios.