EL ÉXITO EN EL MUNDIAL DE MOTOCICLISMO

La cabalgata de los 'reyes'

Más de 15.000 aficionados celebraron en Cervera los títulos mundiales de los hermanos Márquez en una rúa sin fin

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / CERVERA

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Fue el abuelo Ramón, el mismo que pidió prudencia a Marc cuando, en febrero pasado, le enseñó «mi nueva burra» y él le dijo «¿no será demasiado para ti, hijo?», quien recibió ayer, en el inmenso escenario, a sus dos nietos, a Marc Àlex, Àlex y Marc, como flamantes campeones del mundo. Y lo hizo con la mejor de sus sonrisas (nadie le vio lágrima alguna) y luciendo una gorra azul con el 12 del pequeño, el chico que ha cautivado a toda su familia, a todo el pueblo, a todo un país con su espectacular triunfo y coronación en Moto3.

Tras dos horas largas de rúa, donde el tío Ramón, presidente del creciente club de fans de los Márquez, dirigió a casi 250 voluntarios que hicieron que todo el caos, alegría, truenos, relámpagos, porque, sí, al final, como el año pasado acabó lloviendo sobre Cervera («en La Segarra decimos que el agua son euros, dinero, bienestar», contó el tío), tambores, trabucos, cánticos y bailes, mucho baile, la cabalgata de los reyes de la velocidad, de la 'hormiga' Marc y el 'pistolero' Àlex, que lució su sombrero de sheriff, llegó a la plaza Pío XII donde los Márquez hicieron las delicias de su público, cerca de 15.000 aficionados, que les recibieron en una Cervera donde, desde los balcones, desde las ventanas, a pie de calle, de tiendas, de comercios, de bares, le mostraron su cariño, inmenso, único.

Elogio de Marc a Àlex

Ellos, cómo no, prometieron volver a esa plaza con títulos. «¡Pit i collons, gritó Marc, que mezcló castellano «por respeto a los que no son catalanes» y catalán, para elogiar a Àlex («yo, en Malasia, le hubiese metido a Miller, seguro, no hubiera tenido la paciencia y la serenidad de Àlex, no, no, me conocéis bien») y celebrar que el hermanísimo derrotase al final al australiano Jack Miller, poco limpio. Y fue, entonces, cuando la plaza entera se puso a corear el «¡bote, bote, bote, canguro el que no bote!», que pasará a la historia como el himno de este 15 de noviembre donde bailaron los campeones.

Todo había empezado en el Ayuntamiento de Cervera, que pronto entregará a Marc el título de hijo predilecto del pueblo, inaugurando una placa conmemorativa de la fiesta y el bicampeonato de los Márquez. Y siguió con una conferencia de prensa multitudinaria en la que Marc elogió «el tacto y serenidad de Àlex, superiores a la mía» para aguantar las provocaciones de Miller y Àlex «la mejor clase que he recibido este año y que me ha servido para mis dos últimas carreras: la manera en que Marc gestionó la presión a medida que iba sumando victorias hasta las 10 consecutivas».

Y allí, en medio de todos, junto a papá Julià, mamá Roser y el tío Ramon, los abuelos Ramon y Sole, representaron mejor que nadie la felicidad de todo un pueblo.